domingo, 10 de marzo de 2002

Peligro: entrevista de trabajo!


Marzo de 2002. Edad: 25 años. Desempleada.

El jueves pasado me llamó un señor diciendo que vio mi aviso en La Nación, donde publiqué una búsqueda de trabajo como Secretaria (grave error, lo sé ahora).
Concertamos una entrevista y hacia allí fui. Llegué al lugar acordado y era una casa particular. Su casa particular. Hablé con los vecinos para ver si estaba todo bien, si la familia era una Familia Bien. En fin. Toqué el timbre con cierto temblor en mi dedo índice derecho y me abrió la puerta la esposa del señor en cuestión. La casa bien. El comedor bien. Lindos muebles. Hice fotografía mental de todo, como verán. Acto seguido, vino el Sr. Heriberto XXX (oculto el apellido porque no quiero que me haga juicio). El señor era paisano mío (judío), eso me dio cierta tranquilidad, como si no existieran judíos asesinos/violadores. Me dio la mano. 

Pelo blanco, pantalón con el tiro por la rodilla que mostraba una ausencia de culo importante. Ojos claros, celestes. Tenía cara de buen tipo. Pero todos sabemos que las apariencias engañan.
Bueno, la cuestión es que el señor me hace subir unas escaleras de madera, por la parte de atrás de la casa, pasando la terraza (?!). Me explica que su oficina está atrás de todo, y me hace pasar por una habitación. Sí, una habitación. Lo primero que vi fue una cama de dos plazas. Pensamientoultrarápidoqueatravesómicabeza: "Ahora el viejo me tira en la cama y se pudre todo. Ay, Diosito, sé bueno conmigo!"
El paseo continúa y después de pasar por la habitación - sana y salva - me abre OTRA puerta que daba a un baño. Si! El viejo me mete en el baño!!! Con inodoro, bidet, cortina de bañera, todo lo que tiene un baño. Ese baño tenía OTRA puerta que daba a un cuartito. Y ahí sí que se me aflojaron las cachas (por segunda vez). El tipo me invita a pasar. Yo, inocentemente, asomo la cabeza para ver dónde me estaba por meter y veo un cuartucho de cuarta (valga la redundancia).
Pensamientdosoultrarápidoqueatravesómicabeza: "Si me meto acá y el tipo me hace lo que tenía pensado hacerme en la cama y grito, no me va a escuchar ni Dios. Acá soy boleta". Todo este pensamiento fue en UN segundo, no tenía mucho tiempo para pensar y hacerme la guapa. O entraba o no entraba. Así de simple. Era esa clase de pensamiento binario que bien sabemos nos puede llevar al éxito o a la muerte total y absoluta (o algo parecido de esa categoría).
Estaba desempleada y algo desesperada. Mi último sueldo en esa época había sido de 900 pesos, aproximadamente. Yo, igual, ya tenía decidido que por más que me ofreciera 4 lucas ni loca trabajaría allí. Mientras pensaba qué hacer, seguía parada al lado del inodoro. Imaginate la escena: el viejo abriendo la segunda puerta del baño - que daba al bidet por un lado y al cuartucho por el otro - y yo asomando mi cabecita con pocos pelos, parada al lado del inodoro. La verdad es que estaba cagada en las patas y bien podría haberle pedido unos minutos para pensar. Pero como siempre, a la hora de cuidar mi integridad física flaqueo, y entonces entré. Corriendo riesgo de ser atacada por esta persona senil, entré. Soy una reverenda boluda. Lo acepto!

El cuartucho se caía a pedazos. La pintura de las paredes estaba descascarada. Muebles encimados, archivos mal acomodados, una silla hecha bosta. Gracias que había lugar para un mini escritorio: el de él.
Me senté lo más cómoda que quise, cero femenina. No quería dar una buena impresión. Me crucé de brazos (cosa que siempre dicen hay que evitar hacer en una entrevista laboral). Yo quería no gustarle. Pero le gusté igual, qué lo parió!! Y se vino la propuesta de trabajo. Me ofrecía lo que yo quisiera con tal de que trabajara para él. Le pedí más plata, le pedí estar en blanco, le pedí límite de horario y le pedí hora de almuerzo. No había caso. Me quería contratar. Me quería dar todo lo que YO quería.

Quedamos en que me comunicaba con él para darle mi respuesta. Nunca lo llamé.