miércoles, 17 de octubre de 2007

Reporte de Viaje SalJujeño

Sábado 10/10: Arribamos a la ciudad de Salta donde nos recibió un morocho encantador, de pocas palabras él, en un minitaxi donde apenas entrábamos los 5. El Hostel bastante humilde y húmedo, las habitaciones simples. Dejamos los petates y nos dirigimos el centro de la ciudad. Plaza 9 de Julio, farolitos, la Iglesia impoTente (como diría un compañerito). Garuaba finito y eso hacía la vista más nostálgica. Visitamos el Museo de Arqueología de Alta Montaña donde además de los utensilios, telas, ropas y demás cosillas de miles de chiquicientos años, vimos a los llamados Niños del Llullaillaco. Según nos informaron, encontraron tres niños incas en 1999, congelados en la cima del volcán Llullaillaco, a 6.700 mts. de altura. Y suponen que vivieron hace 500 años, en pleno apogeo del imperio inca y antes de la llegada de los españoles. Un cacho de cultura, por favor! Pudimos ver 2 momias de esos 3 niños, que eran sacrificados por sus familiares en agradecimiento a los Dioses por los alimentos que recibían de la Naturaleza. Parece que a los borreguitos los llevaban a la cima de la montaña y les explicaban que se irían con sus antepasados. Les daban algo de morfi para su estadía en un pozo prolijamente cavado, les hacían hermosas criaturitas tamaño mini y los ponían en pedo para que hicieran su viaje hacia la eternidad con una linda mamúa (100% verdad!!). Se trata de niñitos de entre 5 y 7 años. Yo me pregunto qué sentirían cuando se les pasara la borrachera y se encontraran solos en el mundo... Las momiecitas están tan perfectamente conservadas que se puede observar las trencitas que llevaban en el pelo, los pliegues de su piel, las alpargatas, el ropaje, las manitas... impresionante!

Domingo 7/10: Nuestro desayuno en el Hostel Quara nos sorprendió con... UNA galleta marinera de esas que tienen gusto a nada, color blanca, sin sal y con muchos puntitos y UNA medialuna de manteca por persona. Todo pelado. Sin manteca. Sin queso. Café en un termo. Leche en otro. Y arreglátelas. Perfecto para comenzar el día preparado para gastar mucha energía. Los 4 nos dirigimos hacia la Quebrada de San Lorenzo (N. de la R., año 2011: mismo lugar donde asesinaron a las dos turistas francesas) y en el camino pasamos por lo que vendría a ser un barrio privado salteño. Si no me equivoco, el metro cuadrado sin construir estaba $500.- Mucho verde en la quebrada, un arroyito con piedritas. Simpático. Subimos un poquito más. Y más... y más... Había 12 puntos para recorrer y Jime y yo hicimos causa común y nos plantamos en el sexto. Los hombres quisieron convencernos de seguir pero no lo lograron. Quedamos en encontrarnos en la entrada y Jime y yo nos perdimos 3 veces en el camino. Luego quisimos hacer shopping en una linda tiendita de la Quebrada. Los muchachos querían ver un partido de fútbol así que nos abandonaron a nuestra suerte en plena ruta. Me reservo los detalles de la riña nocturna (cuac).

Lunes 8/10: Luego de retirar nuestro carro rentado, pasamos por San Salvador de Jujuy: emmmmm, no es muy lindo. Camino hacia Purmamarca, vía senderos enrulados (léase 'con curvas') Jime y yo a punto de vomitar agradecimos el desayuno pedorro del hotel. Llegamos a Purmamarca, el pueblito bajo el Cerro de los Siete Colores. Pueblo chiquito y muy lindo. En su plaza principal, feria de puestos con pulloveres, todo tipo de textiles, cerámicas, madera, etc. Me re mal copé. La cena fue en una peña con cantantes de folklore con ventanita dental que querían levantarse a unas minusas de Córdoba a quienes les dedicaban sus payadas: "aro, aro, aro, te agasho en el matoshal y te hago cantar", etc.

Martes 9/10: Bordeamos el cerro de los 7 colores por el Camino de los Colorados. Al principio intentamos a pata, pero cuando nos avivamos que se podía recorrer en carro (con aire acondicionado) no lo dudamos ni un instante y los muchachos apoyaron la moción. Pudimos ver enormes formaciones rocosas de coloración naranja, marrón, verdosa, cactus(es) por todos lados, formas y tamaños, con alitas y sin alitas. Verdaderamente el cerro tiene 7 colores. Realmente indescriptible. Parecía el Gran Cañón Colorado.




Por la tarde visitamos Salinas Grandes, que es una zona de... salinas, ejem, grandes... con piletones de... salinas... y luego almorzamos un picnic en el que Bernies se encargó de hacer los sámbuches mientras las chicas mirábamos. Había una casa enorme hecha de... salinas, con mesas, sillas y bancos hechos de... bueno. Nos dio un poco de cosa ver a los artesanos en las salinas cubiertos con sombreros, pasamontañas y lentes de sol, tallando con cuchillos cachos de sal dura con forma de cenicero, llama y otras cositas por el módico precio de $5.- Para llorar.

Miércoles 10/10: Nuestro próximo destino: Tilcara. En el camino visitamos la Posta de Hornillos, un museo que sirvió de Posta para personajes como Manuel Belgrano, Rondeau, Alvear, Lavalle y Güemes entre otros. Vimos sus catres, sus pistolitas, cartitas que se mandaban con un castellano diferente al que usamos hoy día y demás elementos de la época del 1810 y monedas. Llegamos a Tilcara y nuestro Gerente de cabañas nos llevó hacia el lugar. Lo invitamos al auto, que apestó inmediatamente pero de manera soportable. Como quien no quiere la cosa, nos informa que los coyas no se bañan sino que hacen la gran 'baño turco' lavándose las partes cada tanto. Dato importante a tener en cuenta a la hora de subir a un coya a tu auto. Hermosa la cabaña que compartimos las dos parejas. La plaza de Tilcara también estaba atiborrada de muchas cosas lindas para ver y comprar o ver y desear. Pasamos por el Pucará de Tilcara. 'Pucará' en coya quiere decir: fuerte. Es un asentamiento en lo alto de un cerro, a más de 2500 metros sobre el nivel del mar (msnm), donde los coyas construyeron casas de piedra, corrales para sus llamas, un templo y sepulcros donde colocaban a sus muertitos. Muy lindo el mirador. Sacamos muchas fotos. Este lugar lo descubrió un tal Ambrosetti, la calle que está en el barrio de Caballito (!).
Hicimos las compras y los muchachos comenzaron algo así como un Campeonato de Escoba del Quince con Estadísticas que duró el resto del viaje y trajo intercambios de opinión mujeres vs hombres. Cenamos una rica picadita con birritas y todos a la cama.

Jueves 11/11: Jime preparó rico desayuno (hasta con juguito de naranja para los cuatro! Quiero vivir con Jime!) y nos dispusimos a buscar el Pucará de Jueya. Nos perdimos dos veces pero quien perservera, triunfa. Un señor de casi 90 años nos dio indicaciones y luego nos mangueó uno' pesito'. Diego fue subiendo de a poco la montaña y sin darnos cuenta nos miraba feliz y contento desde muy arribita. Con dificultad subimos pero el pucará estaba bastante destruido así que Diego me propuso antes que yo dijera algo: 'disfrutemos del silencio, del ruido del viento'. Faaaa! Contemplation a full!
Más tarde fuimos a la Garganta del Diablo, un camino de cornisa que bordeaba una montaña. Jime y yo a los gritos, puchero, amenaza de 'me bajo acá', 'no quiero seguir', 'esto me da miedo' y demás gallinadas. Al final la Garganta del Diablo tiraba menos agua que mi ducha así que nos fuimos.


Viernes 12/10: Camino a Humahuaca, pasamos por un Reloj de Arena que no funcionaba (o no entendíamos cómo), pueblo de Uquía donde los niñitos se te acercaban y te preguntaban: 'le canto una copla?' ("En el cielo vi tu cara...") y luego el mangazo final de 'no tiene una monedita?' Intentona de hospedarnos con coyas a la manera coya, nos fuimos rajando hacia Iruya, un pueblito en Salta montado sobre la misma montaña. 60 km de camino de ripio a 4000 msnm. Por suerte no nos apunamos.

En la cima, una señora coya parada en la nada. Momento sublime para mí, digno de un cuadro. Los chicos se reían de mi descripción sociológica.


Llegamos a Iruya: todo torcidito construido sobre la montaña. Calles de piedra inclinadas. Vimos a los niños izar la bandera, y trasladarse de un lugar a otro llevando sus propias sillas. Almorzamos en bodegón de pueblo, con olor a fritanga. Visitamos la Iglesia, una especie de velatorio-burdel adornado con tules de colores chillones y llamativos con el agregado de strass... y un Cristo ensangrentado acostado dentro de féretro de vidrio, y flores por doquier cual velorio. Inolvidable.
A la madrugada un perro aúlla. Despierta mi sensible dormir. Trato de ignorarlo pero insiste. Abro la ventana (estoy en lolas), encuentro al sujeto y lo miro a los ojos. Hago eye contact. Y le grito: chhhhh! Perro coya hace caso y no jode más toda la noche.
Por la mañana, alguien abre la puerta del hotel que no cierra bien y hace chirrido. Al principio y entre sueños pensé que el ruido era una pelota. Luego me despierto y entiendo. Me levanto (en bolainas), me pongo mi campera larga y en patas salgo a cerrar la puerta. Al entrar a la habitación, Diego me mira dormido y me ve sacarme la campera y debajo desnuda... habrá pensado que me fui de joda por la noche coya...

Caminando por Iruya nos encontramos con mucho coya con 'ventanita del amor' en su boca. Señora coya escupe cual ganaco con su hija a cuestas. Niños coyas muy lindos y simpáticos pero no tan lindos cuando crecen. También para destacar: en cada asentamiento en medio de la ruta, al menos una casa, siempre hay una iglesia.



Sábado 13/10: Ahora sí visitamos Humahuaca. Vimos el Monumento a los Luchadores por la Independencia, enorme realmente, precedido por varios escalones y mucha escultura. Descubrimos el Cabildo con un reloj cucú-Jesús. Perdidos camino a Coctaca, pedimos instrucciones a señor coya que nos manguea que lo llevemos. Error. No teniendo en cuenta la información sobre las costumbres higiénicas de los coyas, fuimos hospitalarios y nos arrepentimos al segundo. Tarde piaste. El señor coya apestó nuestro auto, con ventanillas cerradas por el aire acondicionado. Diego, que siempre conduce tranquilo, empezó a "pistear como un campeón" con tal de llegar al punto donde el coya se bajaba. Jime me pedía desodorante para echar en el auto. Diego tenía cara de preocupación y nos miraba por el espejo retrovisor. Liberados del coya, abrimos las cuatro puertas. Jime quería vomitar. Hicimos un pacto de no-solidaridad y no levantamos más coyas del camino. (Con mucho respeto al coya, disculpe nuestra finura).
Luego de cenar fideos en la cabaña, los chicos debían lavar los platos. Como la sartén estaba llena de cebollita, tomate, morrón, no se les ocurrió mejor idea que darle la sartén a los perros del lugar para que la lamieran y la dejaran lista para enjuagar. Chanchos!

Domingo 14/10: Ya emprendiendo el viaje de regreso, fuimos de compras por Purmamarca y luego del almuerzo en la Quebrada de San Lorenzo, tomamos la ruta 68 hacia Cafayate, ciudad del vino salteño. Pudimos observar las enormes formaciones rocosas de los Valles Calchaquíes y en particular de la Quebrada de las Conchas. Algunas parecían chocolate en rama, otras con puntas afiladas, otras todas parejitas, otras piedrotas enormes con agujeritos cual queso rico. Nuestra cena de picada incompleta me sacó de quicio y luego de quejarme nos descontaron bebidas, empanadas y precio de la picada. Esssa!! En la factura de la cena pusieron: 'picada incompleta'.

Lunes 15/10: visitamos la bodega Vasija Secreta, con su museo lleno de barriles enormes donde procesaban el vino, máquinas y otras cosas de interés que no me acuerdo. Degustamos vino, vimos las parras de sus 75 hectáreas, y una guía del lugar nos explicaba que algunos creen que el vino tal cosa, 'pero no es así' y también 'los argentinos ya no toman buen vino', mientras hacía un movimiento nervioso tomándose de las manos cual niño cantor de iglesia. Luego de tan adorable visita, rajamos hacia Cachi, un lindo pueblito de Salta. Con Diego visitamos el cementerio ubicado en lo alto de la montaña. Algunos muertos tenían sepultura con cruz, otros sin nada. Había nichos de gente muerta en el año 1800. Sacamos fotos en el mirador, nos sentamos en un banco solos en la plaza y charlamos lindo y nos reencontramos en la soledad.

Martes 16/10:
volver a casa no parecía fácil ya que Jime y yo estábamos hartas del viaje en auto. Los chicos se fueron a visitar el Pico Nevado con muchas expectativas pero el Pico se encargó de decepcionarlos. Luego de algún que otro puchero, volvimos en auto hacia la ciudad de Salta.

Miércoles 17/10: El viaje ha terminado. El vuelo movidito nos trajo de vuelta a Buenos Aires.


sábado, 3 de marzo de 2007

Reporte de Viaje: Costa Rica (2 de 2)

El Sabado 24 nos fuimos hacia el Volcán Poas. Hermosas rutas a ambos lados con playa, bosques, montañas, bananos, palmeras, flores naranjas, fucsias, rojas, amarillas, violetas, y pasto salpicado de oro (hojitas amarillas que caían de los arboles, qué bonito!). Paradas de colectivo improvisadas con 4 palos de madera y techo de chapa, vacas blancas que luego Diego me dijo que no eran vacas sino cebúes; niñas caminando por la ruta con libros bajo el brazo... Bordeamos el volcán y a mi costado otra vez el abismo, el vacío, la nada. Con cada camión que se nos venía del lado contrario, las tostadas y bananas de la mañana se hacían un festín en mi estómago. 


Dado que el día estaba nublado para ver el volcán, nos fuimos a buscar hospedaje en un lugar maravilloso llamado Lagunillas. Nos hospedamos en una cabaña para nosotros solos, en medio de la montaña con una vista que nos dejó sin habla (y eso en mí es imposible!). El camino hacia Lagunillas era de tierra y con muchas piedras mal colocadas e hicimos uso de la doble tracción (essssssssssa!) de nuestra 4x4. Ambos nos asustamos en algunos momentos. Ah, no, perdón, cierto, Diego no se asusto porque es bien macho y se la re banca. 



Al día siguiente subimos al volcan y esto es lo que vimos: neblina. No vimos nada, ni crater ni laguna ni lava ni nada, y todo gracias al bendito mal clima. Parece que la Madre Naturaleza ya nos había dado demasiado y se puso mezquina. Igual resultado con el Volcan Arenal, al que vimos sólo por abajo pero cuya belleza nos impresionó igualmente. Realmente imponente. Pudimos ver las texturas de la tierra que formaban el volcán...





Nos hospedamos en La Pequeña Helvetica, una especie de mini ciudad Suiza con lechería (ordeñan sus propias 28 vacas), iglesia, restaurante giratorio que te muestra un paisaje impresionante desde donde se puede ver la Laguna Arenal, montañas pequeñas y grandes, vaquitas a lo lejos, y el volcán Arenal con sus nubes en lo alto. También tiene un trencito que te lleva de paseo por 10 dólares por persona y pedimos que nos lo descuenten en la tarifa del hotel, cosa que aceptaron. También pedimos que nos cobraran 10 dólares menos por habitación con balcón... cosa que aceptaron. Somos moishes y a mucha honra!

Al día siguiente nos perdimos el ordeñe de la mañana pero nos morfamos un desayuno con banana, ananá, pan y manteca, café con leche, queso y tomate y huevos revueltos con hongos y tocino. Livianito, eh? Es que venía todo incluido y no me pude resistir... Igual, me cobró factura algunas horas mas tarde y en el lugar y circunstancias menos esperadas.
Luego de algunas cuantas horas de viaje en carro, llegamos a Playa Brasilito, del lado del Pacifico. Visitamos la Playa Conchal, llena de conchas y conchillas claro, y allí es donde el estómago se vengó de mi desayuno y tuve que visitar los yuyos. Por el apuro no vi una rama y me la clavé en la frente y por eso salgo en algunas fotos con un golpe rojo alargado encima del ojo. Nos quedamos en la playa viendo el atardecer y siendo románticos. Luego intentamos colarnos en la pile de un hotel y nos sacaron a las patadas muy sutilmente por un security man que nos escoltó hasta la salida. (El que no arriesga, no gana).
Aquí, en la foto, el ramazo post yuyos...



El martes 27 fuimos a la Playa Flamingo, muy muy linda. Allí nos quedamos toda la mañana y como casi no había gente, me saqué el corpiño de la malla y me animé con un topless. 
El agua de esta playa es muy transparente y a medida que se aleja de la orilla, se ve verde y azul a lo lejos. La arena es muy finita y suave.



Nuestro último destino nos esperaba: Manuel Antonio. Otra playa del Pacífico con Parque Nacional. Y aquí... aquí pasaron cosas amiguitos. Por empezar, nuestro hospedaje de usd 65 la noche lo conseguimos por 40. Hermoso, hermoso, hermoso! A mi mamá le hubiera encantado: plantas y árboles por doquier, pileta grande y cristalina con mesas y sillas y reposeras y sombrillas con techito de paja, y bar en la pileta, y Restaurant con comida thai y excelentemente preparada, habitación con paredes de madera estilo cabaña, y hasta mirador propio con parque de 15 km lleno de flora y fauna! 




Al día siguiente visitamos el Parque Manuel Antonio donde pudimos ver montones de animales. Vimos muchísimas iguanas, que acá se llaman Garrobo porque son del lado del Pacifico y son carnivoras, a diferencia de las iguanas del Atlántico que comen hojas (retengan esa información, por favor: los Garrobos son carnivoros). Algunos garrobos tienen como pelos en el lomo y pinchos gruesos en la cola. Son realmente horribles pero fue lindo verlos. Los bichos caminan al lado tuyo como si nada, más nos asustamos los humanos que ellos de nosotros. También vimos perezosos. Al llegar a la mitad de un camino, muchísimos monos jugaban en los árboles, saltaban de uno a otro y caminaban por la gente. Y roban. En un momento de distracción un monito se me acercó y me robó una bolsa de pan que era nuestro almuerzo!!!. La agarró corriendo y se subió al árbol y la abrazó con todas sus fuerzas durante unos cuantos segundos hasta que sus parientes se dieron cuenta y empezaron a perseguirlo y a pelearse por el pan. Muy divertido. Aquí las fotos de los monos comiendo MI pan:




Momento de almuerzo. Picnic romántico improvisado en una playa del Parque. Diego en el mar, disfrutando del agua. La ama de casa (o sea, yo) preparando la comidita: sambuchitos de jamón y queso. ¿Recuerdan la informacion que les pedí que retuvieran? Los garrobos son carnivoros y yo tengo jamon en mis manos. Diego viene del agua, empezamos a comer y de pronto, mi cuerpecito pequeño es atacado por un animal con garras. Un Garrobo venía por mi sambuchito. Fue una lucha cuerpo a cuerpo. El animal silencioso se trepaba salvajemente por mis piernas tratando de conseguir mi sambuchito. Y yo a los gritos, reteniendo en alto mi sambuche como si fuera más importante que mi propia vida. Yo gané. Mi sambuchito, ileso y mi cuerpo rasguñado sangrando. El garrobo recibió unos golpetazos de los otros humanos que estaban en la playa y yo, temblando por el susto, continué morfando. Aquí el Garrobo, en tamaño era la mitad de mí, y una de las fotos de mis piernas rasguñadas (encima, el hijo de puta rasguña profundo):





El ultimo día lo pasamos en el parque nuevamente en la playa de Manuel Antonio, donde terminé de leer mi libro Cien Años de Soledad.



Luego de 10 dias de estar en Costa Rica, aprendimos nuevas palabras, tipicas del lugar. A continuacion, las palabras que me resultaron imprescindibles para manejarme en este hermoso país:


"Queque": bizcochuelo de chocolate.
Hasta el próximo viaje! 


domingo, 25 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Costa Rica (1 de 2)


El Martes 20 de Febrero partimos desde Bocas del Toro, Panamá, hacia Puerto Viejo en Costa Rica. Tomamos una simpática lancha con 20 personas hacia Changuinola y observamos un paisaje hermoso donde la vegetación cobraba diferentes formas a medida que nos acercábamos a nuestro destino. Luego, una hora de colectivo nos llevó a Sixaola, frontera entre ambos países.
Para cruzar la frontera hay que pasar por un enorme, destartalado y largo puente de piso de tablas de madera - no siempre bien correctamente pegadas una junto a la otra. Es importante tener cuidado de no pisar justito en el espacio vacío porque de hacerlo, se te va el pie hasta la ingle mientras el resto de tu cuerpo lucha por sobrevivir en el puente, haciendo equilibrio con los brazos y tus dos mochilas al cuerpo. Esto puedo contarlo porque tengo una vasta imaginación para las cosas terribles que pueden ocurrir pero afortunadamente esto no me sucedió a mí (aún). No esto, pero otras cosas sí. Así que sigan leyendo, porque este reporte, promete.
El puente era largo, como bien dije, y peligroso. Debajo de él, un río o lago o laguna, pero finalmente agua roñosa y de color verde con mucha basura. En el viaje de bondi nos cruzamos con unos holandeses y con sólo mencionar a Máxima Zorreguieta comenzó el diálogo banal y poco interesante pero que sirvió para matar el tiempo hasta que viniera nuestro próximo colectivo que nos llevaría hacia Puerto Viejo.
Llegó el colectivo. Era grande. Ilusiones me hice de aire acondicionado. Un hondazo fuerte me derribó las ilusiones y pasamos un viaje de casi dos horas en el bondi caluroso pegoteados en los asientos de cuerina. Al levantarme, creo que dejé la primera capa de piel sobre el asiento. 

Llegamos a Puerto Viejo: un lugar precioso, con frondosa vegetación de todo tipo y color donde posaras tu mirada, un deleite para tus ojos las 24 horas, bordeado por el mar a un costado precedido por hermosos bosques poblados de árboles y arbustos y palmeras.
Unos minutos luego de estar allí, nos encontramos con nuestra 4x4 Terius. Un divino medio de transporte donde Diego se sintió bien macho durante todo el viaje.


Nuestro hospedaje fue como a 7 km de Pierto Viejo, en un lindo pueblito llamado Punta Uva en hostel de nombre Walaba, con piso decorado con tajadas circulares de árbol, baño con caracolitos pegados por doquier y cuadritos colgados en las paredes. La primera noche, me despertaron los rugidos de un monstruo, justo a la vuelta de nuestra habitación...
Enormes y numerosos baches y onda Bob Marley jamaiquina son caracteristicas de Puerto Viejo que no podia dejar de mencionar.

Al día siguiente comenzamos la recorrida del Sendero hacia la Reserva Gandoca-Manzanillo, otro lugar maravilloso con extensiones larguísimas de vegetación y animales: lagartijas, ranas rojas chiquititas, mariposas, arañas con telarañas que nos morfábamos en el camino y desesperados nos sacudíaamos cual muñeco de trapo, etc. También nos encontramos con una hermosa praderita al mejor estilo La familia Ingalls llena de mariposas de variados colores que volaban sin parar y no se posaron ni un segundo para fotografiarlas, las muy hijas de puta. (Lo digo con onda).


En la mitad del sendero quise tomar un mini atajo de 1 metro y me corté detras de una rodilla con alambre de púa. Éste fue solo un presagio, queridos amigos todos. Un presagio al que debí haberle prestado atención y no lo hice. Debemos confiar en nuestros instintos, háganme caso. Como les decía, hasta el momento yo estaba maravillada por todo lo que veií pero confiaba en poder llegar al final del sendero y volver en bote por 50 verdes, no me importaba el costo, quería no caminar más. Ya habian pasado 2 horas y media de caminata en superficies no planas: suelos rocosos, suelos llenos de ramas de árboles, suelos lodosos. Y estos últimos, amigos, fueron mis peores enemigos. Nuevamente, la búsqueda del atajo me jugó una mala pasada y le hice un saludito íntimo al barro. Metí hasta el tobillo mis dos pies en el centro de la tierra!!! Uno logré sacarlo. El otro quedó enterrado y la tierra se comió mi zapatilla Hush Puppies, las mismas con las que días atrás le había bailado a Diego música clásica en el museo. Había perdido una zapatilla. "Cien pesos al barro", fue lo primero que esta moishe pensó. Luego, me maté de la risa con Diego. Me descajeté de la risa con un desparpajo desconocido. Diego intentó hacer suelo estable con ramas de árbol mientras buscaba mi zapatilla por arriba. Asi cualquiera! Ni se ensució un dedo, ni una miserable uña hundió en el barro para salvarme de un regreso en patas. Mis medias llenas de barro, una zapatilla puesta y la otra hundida en el fondo de la tierra. Y aún no habiamos llegado a destino asi que Adiós Regreso en Bote! 
El sólo imaginarme volviendo en pies por el mismo camino andado, me hizo meter mi brazo hasta el codo en busqueda de mi calzado. Y allí lo encontré. El muy guarango se resistía a volver a ver el sol. Hizo fuerza cual sopapa contra mí, su dueña, y tuve miedo de que la tierra me chupara a mi también. Pero gané. Gané la batalla, mas no la guerra. Y de la risa histérica y desencajada pasé al llanto desconsolado y así salí en la foto. Deshicimos el camino andado, yo con mi zapatilla embarrada en mi pie desnudo y mi puchero en mi boca. Y Diego insistia en que era gracioso y "aflojate, daáe". Como a las 2 horas se me pasó el puchero y el señor de nuestro albergue me limpió las zapatillas (quedaron mejor que cuando las llevé). Luego de esta divina excursión (que pese a lo sucedido fue divina de verdad) fuimos a la playa y como premio consuelo a la noche cené langosta. Sublime.
Jueves 22: Diego manejó hacia el Parque Nacional Cahuita, otro lugar hermoso donde recorrimos senderos parecidos a los de mi visita al barro. En este sendero pudimos ver monos haciendo sus gracias, una víbora verde y una serpiente amarilla venenosa durmiendo enroscada en una rama, cangrejos caracol, varios pajaros hermosos, mariposas y la playa al costado. En Punta Cahuita hicimos un tour en bote y nos llevaron a hacer snorkell. Vimos corales de diferentes formas y nombres, un cardumen de peces azul brillante y otros peces de otros colores, tamaños y formas. El señor que nos llevó de tour me agarró de la mano en todo el paseo y me llevo por el agua mostrándome cosas, tuve mi guía particular! Mi mano blanca tomada de su mano negra en el medio del mar, un contraste maravilloso.


 
Al día siguiente hicimos el desayunito en nuestra habitacion con cocina y comimos en nuestro pequeño patio con mesita y hamaca paraguaya. Luego, hicimos de nuevo el sendero del Parque Cahuita. Esta vez descubrimos al monstruo, aquel que me asustó a la noche en la habitación de Puerto Viejo, tenia un pariente en el Parque Cahuita y no era más que un mono con un gran caudal de voz en su garganta. Misterio resuelto.



Al terminar nos encontramos con un restaurante con pileta y nos mandamos la gran argentinada de consumir lo mas baratiushka para poder usar la pile y así lo hicimos. Cuando nos quisimos volver, perdimos el bus y Diego me dio permiso para hacer dedo (porque no me dejaba hasta que se sintió también cansado y aprobó mi propuesta) hasta que dos muchiachias bondadosas nos pararon y nos llevaron a nuestro hogar temporario. 

(No te pierdas el próximo reporte, donde lucho cuerpo a cuerpo con un animal)