domingo, 25 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Costa Rica (1 de 2)


El Martes 20 de Febrero partimos desde Bocas del Toro, Panamá, hacia Puerto Viejo en Costa Rica. Tomamos una simpática lancha con 20 personas hacia Changuinola y observamos un paisaje hermoso donde la vegetación cobraba diferentes formas a medida que nos acercábamos a nuestro destino. Luego, una hora de colectivo nos llevó a Sixaola, frontera entre ambos países.
Para cruzar la frontera hay que pasar por un enorme, destartalado y largo puente de piso de tablas de madera - no siempre bien correctamente pegadas una junto a la otra. Es importante tener cuidado de no pisar justito en el espacio vacío porque de hacerlo, se te va el pie hasta la ingle mientras el resto de tu cuerpo lucha por sobrevivir en el puente, haciendo equilibrio con los brazos y tus dos mochilas al cuerpo. Esto puedo contarlo porque tengo una vasta imaginación para las cosas terribles que pueden ocurrir pero afortunadamente esto no me sucedió a mí (aún). No esto, pero otras cosas sí. Así que sigan leyendo, porque este reporte, promete.
El puente era largo, como bien dije, y peligroso. Debajo de él, un río o lago o laguna, pero finalmente agua roñosa y de color verde con mucha basura. En el viaje de bondi nos cruzamos con unos holandeses y con sólo mencionar a Máxima Zorreguieta comenzó el diálogo banal y poco interesante pero que sirvió para matar el tiempo hasta que viniera nuestro próximo colectivo que nos llevaría hacia Puerto Viejo.
Llegó el colectivo. Era grande. Ilusiones me hice de aire acondicionado. Un hondazo fuerte me derribó las ilusiones y pasamos un viaje de casi dos horas en el bondi caluroso pegoteados en los asientos de cuerina. Al levantarme, creo que dejé la primera capa de piel sobre el asiento. 

Llegamos a Puerto Viejo: un lugar precioso, con frondosa vegetación de todo tipo y color donde posaras tu mirada, un deleite para tus ojos las 24 horas, bordeado por el mar a un costado precedido por hermosos bosques poblados de árboles y arbustos y palmeras.
Unos minutos luego de estar allí, nos encontramos con nuestra 4x4 Terius. Un divino medio de transporte donde Diego se sintió bien macho durante todo el viaje.


Nuestro hospedaje fue como a 7 km de Pierto Viejo, en un lindo pueblito llamado Punta Uva en hostel de nombre Walaba, con piso decorado con tajadas circulares de árbol, baño con caracolitos pegados por doquier y cuadritos colgados en las paredes. La primera noche, me despertaron los rugidos de un monstruo, justo a la vuelta de nuestra habitación...
Enormes y numerosos baches y onda Bob Marley jamaiquina son caracteristicas de Puerto Viejo que no podia dejar de mencionar.

Al día siguiente comenzamos la recorrida del Sendero hacia la Reserva Gandoca-Manzanillo, otro lugar maravilloso con extensiones larguísimas de vegetación y animales: lagartijas, ranas rojas chiquititas, mariposas, arañas con telarañas que nos morfábamos en el camino y desesperados nos sacudíaamos cual muñeco de trapo, etc. También nos encontramos con una hermosa praderita al mejor estilo La familia Ingalls llena de mariposas de variados colores que volaban sin parar y no se posaron ni un segundo para fotografiarlas, las muy hijas de puta. (Lo digo con onda).


En la mitad del sendero quise tomar un mini atajo de 1 metro y me corté detras de una rodilla con alambre de púa. Éste fue solo un presagio, queridos amigos todos. Un presagio al que debí haberle prestado atención y no lo hice. Debemos confiar en nuestros instintos, háganme caso. Como les decía, hasta el momento yo estaba maravillada por todo lo que veií pero confiaba en poder llegar al final del sendero y volver en bote por 50 verdes, no me importaba el costo, quería no caminar más. Ya habian pasado 2 horas y media de caminata en superficies no planas: suelos rocosos, suelos llenos de ramas de árboles, suelos lodosos. Y estos últimos, amigos, fueron mis peores enemigos. Nuevamente, la búsqueda del atajo me jugó una mala pasada y le hice un saludito íntimo al barro. Metí hasta el tobillo mis dos pies en el centro de la tierra!!! Uno logré sacarlo. El otro quedó enterrado y la tierra se comió mi zapatilla Hush Puppies, las mismas con las que días atrás le había bailado a Diego música clásica en el museo. Había perdido una zapatilla. "Cien pesos al barro", fue lo primero que esta moishe pensó. Luego, me maté de la risa con Diego. Me descajeté de la risa con un desparpajo desconocido. Diego intentó hacer suelo estable con ramas de árbol mientras buscaba mi zapatilla por arriba. Asi cualquiera! Ni se ensució un dedo, ni una miserable uña hundió en el barro para salvarme de un regreso en patas. Mis medias llenas de barro, una zapatilla puesta y la otra hundida en el fondo de la tierra. Y aún no habiamos llegado a destino asi que Adiós Regreso en Bote! 
El sólo imaginarme volviendo en pies por el mismo camino andado, me hizo meter mi brazo hasta el codo en busqueda de mi calzado. Y allí lo encontré. El muy guarango se resistía a volver a ver el sol. Hizo fuerza cual sopapa contra mí, su dueña, y tuve miedo de que la tierra me chupara a mi también. Pero gané. Gané la batalla, mas no la guerra. Y de la risa histérica y desencajada pasé al llanto desconsolado y así salí en la foto. Deshicimos el camino andado, yo con mi zapatilla embarrada en mi pie desnudo y mi puchero en mi boca. Y Diego insistia en que era gracioso y "aflojate, daáe". Como a las 2 horas se me pasó el puchero y el señor de nuestro albergue me limpió las zapatillas (quedaron mejor que cuando las llevé). Luego de esta divina excursión (que pese a lo sucedido fue divina de verdad) fuimos a la playa y como premio consuelo a la noche cené langosta. Sublime.
Jueves 22: Diego manejó hacia el Parque Nacional Cahuita, otro lugar hermoso donde recorrimos senderos parecidos a los de mi visita al barro. En este sendero pudimos ver monos haciendo sus gracias, una víbora verde y una serpiente amarilla venenosa durmiendo enroscada en una rama, cangrejos caracol, varios pajaros hermosos, mariposas y la playa al costado. En Punta Cahuita hicimos un tour en bote y nos llevaron a hacer snorkell. Vimos corales de diferentes formas y nombres, un cardumen de peces azul brillante y otros peces de otros colores, tamaños y formas. El señor que nos llevó de tour me agarró de la mano en todo el paseo y me llevo por el agua mostrándome cosas, tuve mi guía particular! Mi mano blanca tomada de su mano negra en el medio del mar, un contraste maravilloso.


 
Al día siguiente hicimos el desayunito en nuestra habitacion con cocina y comimos en nuestro pequeño patio con mesita y hamaca paraguaya. Luego, hicimos de nuevo el sendero del Parque Cahuita. Esta vez descubrimos al monstruo, aquel que me asustó a la noche en la habitación de Puerto Viejo, tenia un pariente en el Parque Cahuita y no era más que un mono con un gran caudal de voz en su garganta. Misterio resuelto.



Al terminar nos encontramos con un restaurante con pileta y nos mandamos la gran argentinada de consumir lo mas baratiushka para poder usar la pile y así lo hicimos. Cuando nos quisimos volver, perdimos el bus y Diego me dio permiso para hacer dedo (porque no me dejaba hasta que se sintió también cansado y aprobó mi propuesta) hasta que dos muchiachias bondadosas nos pararon y nos llevaron a nuestro hogar temporario. 

(No te pierdas el próximo reporte, donde lucho cuerpo a cuerpo con un animal) 


lunes, 19 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (5 de 5)


Jueves 15: Día de viaje. Salimos a las 10 de la mañana y 1 hora de esperar al bus en plena ruta al sol, 2 horas en bus a Santiago. 2 horas de espera al otro bus. 4 horas en bus a David y aquí hago un parate: no había más asientos. Nosotros, mochileros, espontáneos, jóvenes aventureros (habla la vieja en mí) viajamos sentados en el sopi del bus aunque estos panameños que son más rápidos que los porteños, nos cobraron el 100% del importe de los pasajes. Josputa. Continúo: otras cuaaaaaaatro horas de bus hacia Changuinola. Llegamos a las 11 de la nohe y nos hospedamos en pensión de chino por 15 dólares, sin desayuno, y agua fría. Bue... viva la roña! Yeyyyyy!


Viernes 16: 45 minutos de bondi hacia Almirante, lancha de 1 hora hacia la isla Bocas del Toro y nos hospedamos en... pensión de chino!!! Siiii!!!!! Bueno... si hasta acá no se divirtieron, acá comienza la joda:

Descripción de pensión de chaina tawn: "son 20 dólale. Si quiele aile acondicionalo, die dólale má". Somos judaicos, no pagamos nada. Nos cagamos de calor la primera noche. Intentando correr la cortina para abrir la ventana y que entrara aire, se cae el palo de la cortina en cabeza de Diego. Exijo el aire!

La sábana de nuestra cama era un rejunte de sábanas cosidas que llegaba hasta las rodillas. Te tapás hasta el cuello, tené frío en lo pie. Te tapá lo pie, tené frío arriba. Cada uno tenía media almohada que juntas, no lograban formar una. El ventilador no tenía tapa, las paletas al descubierto te cortaban el flequillo cual periquita si le pasabas muy de cerca. Cucas en el baño, niños ajenos en la ducha. Nos dieron sólo un mini jabón y pedimos 4 veces las toallas. Hasta aquí, todo es soportable.

Ahora... Bocas del Toro se alimenta del agua de lluvia. No llueve, no hay agua. No hay agua, no te lavá la mano, no te bañá, no tirá la cadena del inodoro. ¿Se entiende el cuadro de situación? Intentando guardar el agua del tanque del inodoro que nos había quedado para situaciones acuciantes, hacíamos pichín y bueno, no tirábamos la cadena. Debo confesar que la costumbre me jugó una mala pasada y luego de un inocente pichín, tiré la cadena. Abrí la puerta del baño y me encontré con la cara de desesperación de Diego. "¿Qué hiciste, mujer?" Oooops! Sori. Y el momento más temido llegó: alguien hizo número 2 y el tanque del inodoro estaba vacío. Pedirle un balde a los chinos para tirar agua (mineral, 5 litros que garpamos de nuestros bolsillos) fue toda una odisea. Ellos hablaban en chino, Diego hablaba con paciencia. Yo me empecé a poner nerviosa y los quise reputear. Nos dieron el bendito balde. 5 litros de agua por 2 dólares al inodoro. En fin.
Ahora sigo contando lo lindo que es Bocas: Bocas es liiiiiiiindo! :D. Visitamos la isla Cayo Coral donde hicimos mucho snorkell y vimos pecesitos de muchos colores, corales, piedras, musgo y más peces, hasta vimos un pez enorme como de 1 metro! Luego fuimos a la Isla Rana Roja donde no había ni una rana roja y nos metimos al mar con olas tan fuertes que me quedé en culo!!! La ola me sacó la chabomba no una vez, sino dos! Y yo me mataba de la risa y decía a los gritos: "se me salió la bombacha, juaaa!" Diego me retó yo ye seguía matándome de la risa. 




Al día siguiente fuimos a Bocas del Drago, la isla de los pájaros donde vimos pajaritos con cola de rata, gavilanes, otros pajarracos cuyo nombre desconocemos. Luego fuimos a la Playa de las Estrellas, donde había, obvio, montones de estrellas de mar que agarramos y se nos pegaron a la mano cual pulpo.



 

Éste era nuestro último día porque la situación inodoro no daba para más. Peeeero...  en este tour nos encontramos con una muchacha que labura en un hotel que tiene su propio tanque de agua y le garroneé, como chiste y causa perdida, una habitación libre que nos pudiera dar por lo mismo que le pagábamos al chino: 30 verdes. Y dijo que sí!!!!!! (La caradurez garpa!!!) 
Ahora estamos cual reyes tirados en la cama con los brazos cruzados debajo de la cabeza, en un apart cuyo costo es de 70 dólares por noche pero pagando 30. Tenemos agua, nos bañamos, lavé ropa interior... Tenemos aire, dos ambientes, mesa, sillas, sillones, dos camas dobles, baño con mampara, balcón, tele con cable y hasta heladerita. Así que nos quedamos dos día más. Ah, y también tenemos mesitas de luz con dos simpáticos veladorcitos y cuadros pintados (lindos).


Mañana martes 20 partimos hacia Costa Rica donde nos entregarán la 4x4 que alquilamos para recorrer el lugar. Porque ahora, pasamos de ser mochileros que nos metemos en cualquier cuchitril, a hospedarnos en aparts caros y usamos 4x4.
Hasta la próxima!

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miércoles, 14 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (4 de 5)

El martes 13 emprendimos nuestro viaje Kuna Yala-Valle de Antón y comenzamos con un bote a la madrugada hacia el aeropuerto de Kuna Yala: un espacio de piso de tierra con una sala de espera improvisada en una choza con techo de paja y un banco de tabla de madera apoyado en 2 tachos o similar objeto para la ocasión. No hicimos check in, ni nos pidieron pasajes ni pasaportes y nadie revisó nuestros equipajes con contrabando de naturaleza kuna. Las personas podían caminar libremente sobre la pista de aterrizaje mientras se veía al miniavión acercarse con sus lucesitas encendidas. Viaje de 20 minutos + bus de 2 horas, llegamos al Valle de Antón, un lugarcito pintoresco que prometía mucho más de lo que luego cumplió.
Nuestro hospedaje, verdaderamente bonito: Cabañas Gysell. Esperamos en un gazebo con muebles de hierro pintados de blanco, hamacas paraguayas, árboles de plátanos, mucho césped y sol, mucho lindou! Nuestra anfitriona llegó a la hora y nos enseñó el lugar. Tipo 4 de la tarde almorzamos un picnic improvisado en el lugar con sanguchitos de jamón, queso cheddar y tomate que Diego y yo untamos con mayonesa y amor. El almuerzo más rico hasta ahora... lo espontáneo es lo más mejor. 

Alrededor de las 5 de la tarde salimos hacia el Sendero de la India Dormida. Misterioso el nombre, no? Invita a ir a verlo, verdad? Pues bien, allí fuimos. Al llegar al lugar nos encontramos con una piedra enormísima, como de 10 metros de alto (o más?) por similar ancho. Esta piedrotota data de 30.000 años y parece que los chabones que vivían en el lugar hace 1.000 años escribieron unos jeroglíficos que se supone hacen el mapa del la zona. Los jeroglíficos estaban tan bien marcados que a nosotros nos pareció un simpático engaño de los valleros para atraer turistas. Engaño del Valle número 1.

Continuamos nuestro camino riéndonos del ingenio de los panameños y nos encontramos con muchísima vegetación, algunas cascadas como La Cascada de los Enamorados. Se llama así porque sale por dos lados para luego unirse... qué romántico! Realmente muy hermoso el lugar. En el camino nos empezó a seguir un gurrumín de nombre Isael, de 14 años. Laburador el niño, nos llevó por todo el camino hacia la cima de la India dormilona. El camino, nos enteramos una vez metidos en el baile, era una subidita de nada más y nada menos que 800 metros de altura. Diego, experto en hiking, como siempre digo: chocho. La niña capitalina (yo), con cero ejercicio en su haber, años de no mover un músculo más que para pisar el embrague del carro (y eso ya es too much), con zapatillas de suela lisa cero preparadas para escalar: preocupada, asustada, aterrorizada. No llevábamos ni una mini botella de agua, ni cantimplora, ni nada que pudiera meterme en la boca que generara saliva cual perro de Pavlov. Ok, subamos. ¿Acaso tengo opción? Comenzamos la escaladita, con descansitos cada 3 pasos. Cansada, abatida, pedí por agua de río. Ya habíamos pasado el río donde podía beber. Maldito Isael, me hubieras dicho! Mi cara de puchero comenzó a hacerse notar, hasta Isael me miraba con cara de pena. "Disfrutá el durante" me dice Diego. Momento de desesperación en que bueno... ok, me salí de mis casillas. Diego me tiene paciencia. Continúo. Luego de una hora y media casi llegamos a la cima. 
Engaño del Valle número 2: la India Dormida. Ma qué india ni que ocho cuartos! La india es un rejunte de montañas que se ven desde ese sendero, donde te indican que una montaña es la frente de la india, la piedra de esa montaña es el ojo (?) (acaso la india tiene ojo de Simpson, salido para afuera??), otra montaña es la nariz, y así sucesivamente. Malditos valleros! Subir 800 metros para ver eso! Acepto que soy un cacho negativa, pero hasta Diego coincidió conmigo y si él coincidió es porque ni él puede encontrarle un sentido. Y eso es mucho decir señores.


Llegamos a la cima. Fresquito, eh. Y yo toda transpirada con mi remerita de tiritas (sin mangas), el airecito me secaba. "Esto me va a costar caro", pensé. Nos quedamos en la cima no más de 15 segundos, suficiente para sacar la foto y poner mi mejor cara de contenta, para lo cual utilicé todos mis años de estudio de teatro. Si la subida fue dificil, amigos, la bajada ni les cuento. ¿Es necesario bajar por caminitos tan angostos donde sólo te entra un pie? Y a los costados, el abismo. El abismo, la nada, la muerte.

Y aquí, amigos, Momento en que temí por mi vida Nº 2: pensé en los años que aún me quedan por vivir, pensé en mi sobrina que todavía no la disfruté lo suficiente, pensé en que quiero tener hijos, pensé en lo triste que estaría mi mamá si me muriera ahora. Y quise quedarme. Quise acampar en la cima for ever y vivir cual aborigen sin agua ni luz, quise vivir como ellos y alimentarme de los árboles y bañarme con el agua de la iuvia. Se cagó el disco. Sonaba tan lindo... No tener que bajar... De vuelta a la realidad me agarró Diego de la mano y me guió así agarrada todo el camino hacia abajo. Amoroso, dirían las viejas, no?


Nuestro guía nos llevó de regreso a nuestra cabaña y cuando creimos estar a la vuelta, le dimos el olivo con 10 dólares. No estábamos a la vuelta. El valle oscuro, frío y desolado nos envolvió perdidos en la noche. Sin rumbo conocido caminamos durante 45 minutos. Diego empezó a desesperarse preguntando si no habíamos pasado ya nuestro hospedaje. Estábamos a 10 metros. Je...

12 de la noche, me engripé. Gracias, Sendero de la fucking India marmota. 
Miércoles 14: visita al Chorro Macho. Dicen los valleros que el Chorro Macho es LA catarata del Valle, la más alta, la más caudalosa. Engaño del Valle número 3: chorro macho las tarlipes! ¿qué te puedo decir? ¿Cómo bardear esa pedorradita y no quedar como una reberenda hija de puta? Chorro chiquilin, chorro chizito, chorro maní quemado, chorro, chorrito... qué chorros que nos cobren 2,5 dólares a cada uno para ver esa mierdita! No haré más comentarios que ese. Ah, sí, tardamos 5 minutos en recorrer el lugar del gran chorro de agua.
Mismo día, visita al Níspero. Muchachos... ay, muchachos... yo esperaba ver animalitos sueltos. Había moscas sueltas, ¿es eso suficiente? Mucha gallina, mucha cotorra y águila con nombres inventados por los valleros. Otro ensarte. Ese fue el engaño del Valle número 4.





Mismo día, Termas del Valle de Antón. Lindo lugarcete, nos embarramos las jetas con barro purificador y sanador y holly barro. Diego se puso barro con tanta emoción que tardó como 1 hora en secársele. Yo, asquerosita, me puse una fina capa como para decir: "yo también lo hice" y me quedó la cara tan horrible que me invadió el temor a que Diego dijera "Con quién estoy, por Dio!". Luego nos quitamos las mascaritas y al agüita! Nos quedaron los dedos amarillos por el yodo de las aguas. Agüita calenchu, bonita, rica... NO BEBER, dicen. Me olvidé. ji ji ji ! Me hice un buchecito en la boca, ta mal? Esto sí nos gustó. Pero nada fue gratuito: tanto joder con el yodo y la mar en coche, (digo yo que fueron las termas, diego no quiere acusar porque es re bueno), me agarré una putza. No comments. 

Mañana: viaje hacia Bocas del Toro.

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lunes, 12 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (3 de 5)

El jueves 8 nos levantamos a las 4 de la madrugada y nos dirigimos hacia el aeropuerto con destino al Archipiélago de San Blas. Nuestro avión era una cosita pequeña para 20 pasajeros, 2 pilotos y obviamente sin azafata (cuac!). El vuelo fue bastante movidito asi que en cada pozo de aire le estrujé la mano a Diego hasta dejársela medio mocha.
Desde arriba, pudimos ver los bosques de Panamá con aspecto de brócoli y ya llegando al Archipiélago, pudimos ver las islas en medio del Mar Caribe, rodeadas de palmeras, arenas blancas y agua turquesa.

El Archipiélago de San Blas en realidad se llama Kuna Yala, que en lenguaje kuna quiere decir "Comarca Kuna". Allí viven solamente los indígenas de esa comunidad y ninguna persona que no sea kuna puede ser dueña de una isla. Kuna Yala tiene 365 islas y sólo 48 de ellas están habitadas.

 
Bueno, la cuestión es que llegamos al lugar y un señor kuna de nombre Giovanni nos invitó a desayunar y a conocer su isla donde brinda hospedaje por una bicoca de 100 verdes la noche.
Obviamente no nos quedaríamos allí. Nos mandamos unos huevos revueltos con tocino, banana, tostadas con manteca y café con leche (recuerden que yo venía de los RUÁ). Todo gratarola, asi fue más rico. La isla se llama Kikirdub y tiene un mini zoo: una pileta con tortugas marinas, un monito, un loro, tortugas de tierra y otros bichitos pero se vé que los que más me impresionaron fueron estos. Nos contó que su comunidad hace una fiesta cuando una niña llega a la pubertad (cuando menstrúa, digamos). La fiesta dura 7 días en los que todos morfan y se agarran una mamúa impresionante, todo corre por cuenta del padre de la nena. Estas fiestas cuestan aproximadamente 6 lucas verdes. También nos contó que si dos kunas se besan en la boca y no son novios, el hombre tiene que pagar una multa de 25 verdes; si la cosa fue a la cama y no se quieren casar, la multa es de 250.

Finalmente, fuimos en busca de hospedaje. La dueña kuna de un hotel, una señora de unos 70 años, nos cedió una de sus casas. Diego negoció con el encargado y logró bajar la tarifa de 35 verdes cada uno, a 20. Nuestro hogar resultó acogedor pero al principio yo, niña capitalina, me quería matar. Una vez que la limpiaron y decoraron con cortinas le encontré su encanto pero anduve con puchero un buen rato. Nuestra casa era una choza de techo de paja, con suelo de arena que no contaba con más mobiliario que la cama, una mesa y una silla. Teniamos unos cables para colgar la ropa y la luz se encendía de 6 de la tarde a 11 de la noche. 
El baño era compartido. Habia como 4 ó 5 inodoros con la ducha al lado, piso de cemento bastante desparejo y el agua de la ducha caía en un chorro único de agua fría y salada. El primer día me olvidé el shampoo y me lavé la cabeza con jabón. No es joda, che! Como me daba frío el agua, hice un Pantene Wash 'n Go y le puse la crema de enjuague al pelo enjabonado. Luego de ducharme, me enroñé las patas con la arena del lugar... (no comments). Por la noche, si quería ir al baño - esto ocurría como 3 veces- tenía que ir caminando como una cuadra de distancia hacia los baños guiada por la luz de la luna. Sin luz, claro, debía hacer mis cosas con la puerta abierta y oooooobviamente, parada porque ni loca me siento en inodoro compartido por tanta gente.

Almuerzo y cena constaba de: pescado, pescado, pescado, pescado, pollo, pescado, pescado, pescado. La guarnición era ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, ensalada, papas hervidas, ensalada, ensalada, ensalada. Y también de guarnición teníamos arroz, arroz, arroz, arroz, arroz, arroz. Pese a todo, estoy sorprendida porque la comida era riquísima y mi cuerpito casi funcionó como un reloj así que abandono el Activia y cambio por una dieta de pescado y ensalada todos los días. 

La primera mañana fuimos a la Isla Perro. Hermooooooooooooosa. Qué paraíso, qué beieza! En la isla había una familia kuna viviendo en su chocita. Las señoras cosen sus molas (unas telas bordadas a mano) y los señores kuna, se rascan el higo. El agua de la playa era absolutamente cristalina y donde no había algas, se notaba un hueco de agua turquesa que te hacía caer de culo. El agua no era muy fría así que me zambullí y vi los peces con mis antiparras.

Segunda mañana: Isla Aguja. También muy linda, no voy a reiterar los hermosos paisajes con que se deleitaron nuestros ojos. Tercera mañana, otra isla.

Debo decirles que en este viaje hubo varios momentos en que temí por mi vida. Paso a relatarlos, algunos los encontrarán más abajo y otros en futuros reportes:


Momento en que temí por mi vida Nº 1: viaje a las hermosas islitas. Para ir de nuestra Isla a otra de las hermosas, tomábamos un bote que se llenaba de agua y que con el sol se sentía calentita en los pies, tipo sopita de verduras. Ni bien salíamos, todo bien, todo tranquilo. Pero una vez que estábamos en la inmensidad del Mar Caribe, las olas rompían, el bote se movía de un lado al otro (yo digo que se movía más para MI lado pero creo que eso es producto del cagazo que tenía), y el agua te empapaba totalmente. Resultado: llegábamos con la remera, pantalón y sombrero hechos sopa, pegados al cuerpo y goteando.
 
Durante nuestra estadía en la isla Nalunega, así se llama, tuvimos la oportunidad de ver un ritual por la menstruación de una niña kuna.
Nota al margen: cuando yo menstrué por primera vez, mi mamá llamó a toda la familia para dar la noticia, cosa que me dio muchísima vergüenza, y me acuerdo que me regaló un juego de ropa interior de color negro con lunarcitos rojos (o blancos, discretito, eh). A las nenas kunas les hacen una fiesta de 7 días y va toda la comunidad kuna. Realmente lo de mi mamá, fue un poroto.
El ritual fue bastante repetitivo ya que como los kunas tienen 8 dioses, hacían todo 8 veces. Aburridito. A la noche, todos estaban en recontra pedo. Llegamos a la fiesta y parte del ritual era que todos tomaran dos tragos de una bebida alcohólica que se llama seco, bastante parecida al ron. Me tocó tomar y al rato me quedaba dormida en cualquier parte... Durante la noche se nos acercaban los borrachos a contarnos historias como que su hermano kuna contrabandea con los colombianos y gana 2 millones de verdes. Otro señor borracho se nos acercó varias veces contando que era el profesor de gramática de la isla y preguntando de dónde éramos. Cada vez que venía, contaba y preguntaba lo mismo. A los dos días descubrimos que no era profesor de gramática, sino simplemente un borracho más. Luego los kuna comenzaron un baile borracho que carecía de sentido: varios hombres tomados de la mano cantaban y danzaban al ritmo de su propia música y se movían borrachamente. Esa fue la fiesta. Interesante, no? Aprendimos que también los kuna disfrutan del alcohol.

Sábado: otra isla hermosa.

Domingo: Diego amaneció engripado así que nos quedamos a lagartear en nuestra isla un par de días. Los kuna le aconsejaron tomar un té de ajo para que se le fuera el resfrío. Yo creo que habrán apostado si el extranjero se tomaba el té y alguno se ganó unos cuantos mangos. Diego tomó su té, mordió y comió dos dientes de ajo y aparte de tener mocos apestaba a ajo. Sudaba a ajo y venía todo graciosito a darme besos ajosos... =D A la noche tuvo un poco de fiebre así que le puse unos paños fríos con hielo y creo que un poquito lo congelé... pobreciiiiiiiito.... Pero ahora ya está mejor, con mucho moco pero bien.


Aquí mi aprendizaje de palabras kuna durante nuestros 5 días de estadía:
Zaila = cacique de la isla
Deguite = Hola
Tupu o también Dubu = isla
Lluvias corrependejos = lluvias de corta duración que hacen correr a los pendejos al pedo porque deja de llover rapidito.

Cosas interesantes: los kuna no usan microondas ni dvd pero andan con celular. Muy surrealista ver a la señora kuna de 70 años con su atuendo kuna, caminando descalza por la isla y hablando por celular. Antes de irnos, me dijo: "te voy a dar mi celular así me llamás si volvés"... ah, bueno... También los kuna escuchan en la radio Vilma Palma e Vampiro y otros cantantes por el estilo y ven el reality de Tyra Banks: America's Next Top Model. Eso lo vi cuando pasé frente a la casa del dueño del hotel, un kuna como de 70 años, y el tipo estaba a medio metro de la tele viendo a las futuras modelos en bolas. Impresionante... Los hombres son hombres sin importar su origen.
Los chicos para hacerse unos mangos pasan a la hora de la merienda vendiendo algo así como tortas fritas pero con forma de donuts, o pochoclo caliente. Y otra cosa que no es kuna pero ahora sí es kuna: los niños van a la escuela en uniforme. Qué mal!

Hasta aquí, mi reporte del Archipiélago de San Blas. O Kuna Yala. Se viene el del Valle de Antón en unos días.

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miércoles, 7 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (2 de 5)

El lunes 5 de marzo nos levantamos temprano para comprar los aéreos para ir esa madrugada al Archipiélago de San Blas, en el mar Caribe y luego iríamos a tomarnos un Ferry hacia la Isla Taboga, en el Océano Pacífico.

Antes de ir a tomar el Ferry, Diego hizo sus cosas en el baño y yo hice las mías. Esto no sería importante de aclarar si no hubiéramos perdido el ferry por 30 segundos. Sí, 30 segundos. No lo digo por decir, sino que vimos al fucking ferry salir con su banderita flameando como a 4 metros de nosotros. Diego, inocente, preguntó si no podíamos tomar una lanchita que nos alcanzara al ferry. La respuesta, ni hace falta que la diga, verdad? Como no nos ibamos a dar por vencidos, nos fuimos a otro puerto (el Puerto Fiscal en Casco Viejo) a tomar una "panga" (Panga= bote destartalado de 6 metros de largo con motor).
Legamos al Puerto Fiscal y el superbote que cobraría 4 usd y tardaría  40 minutos estaba ya en el agua. Diego me dice: "Vas a tener que sacarte el pantalón" Respuesta: "ESSTA!!" El agua estaba marrón y olorosa, llena de porquerias, y ninguna mujer que se precie de tal se levanta los lompas y queda en chabomba delante de tantos marineritos panameños, no señor! (Nota al margen: mi chico pretendía que me quedara en chabomba adelante de todos???)

El capitán de nuestra embarcación (essssaa!) nos invitó a subir de una manera muy segura, cómoda y respetable: a babucha. Sí, yo abrí mis patas y me vi en la obligación de abrazar el torso de nuestro capitán con temor, mucho temor. Pero una vez que subi y vi a Diego intentando hacer lo mismo pero conservando la dignidad, el temor desapareció y de pronto no pude parar de reir a babucha del capitán. Diego subido a la espalda del señor pero con las patas volando... porque claro: cómo un hombre va a abrazar con sus piernas a otro hombre? Lo dejamos acá?


El viaje en el bote destartalado estuvo bueno. Más que asustada yo estaba chocha y Diego contemplaba silencioso las maravillas de la naturaleza. Durante casi todo el viaje veíamos patos, patitos, gaviotitas y pajarracos volar en V y en un momento vi tan de cerca a un pelícano que le pude ver el pico gris que parecía de madera vieja y gastada.
Llegamos a la isla Taboga, bastante linda. El agua empezaba en la oriilla transparente, luego verdosa y más atrás turquesa y azul. Diego se metió valiente y yo tardé media hora para meterme sólo hasta el ombligo. Cobarde y a mucha honra. Alquilamos una sombrillita y unas reposeras y no nos pusimos pantalla solar porque al abrigo de la sombrilla, el sol no quema. No? NO. El sol quema y mucho. La maldita resolana quema y mucho. El viento quema y mucho! Maldita sea! La noche nos sorprendió cansados y quemados cual tomate-ketchup. Litros y litros de crema post solar y litros y litros de gel con lidocaína (sí) no lograron ayudar.
A la medianoche me empecé a sentir mal y me mandé unos cuantos RUÁ (RUÁ= sonido que emite el ser humano al eliminar de su cuerpo y por vía oral alimentos que ya no desea. Comunmente se lo denomina "vómito"). A los RUÁ le siguieron eventos de visitas intempestivas al baño (numero 2), y de carácter urgente. A buen entendedor pocas palabras.


Esa misma madrugada deberíamos volar a San Blas.
Condiciones meteorológicas: ideales.
Condiciones corporales: menos diez.
Resultado: perdimos el vuelo.
Imposibilitados de comunicarnos con la aerolínea o con el aeropuerto, nos arriesgamos a perder los dólares de los pasajes y seguimos durmiendo la mona. Bueno, Diego durmió un poquito y se despertó con cada RUÁ de la madrugada. 
Finalmente nos permitieron cambiar los vuelos sin perder el dinero pero no tenían pasajes hasta dentro de dos días. Asi que dos días al dope en una ciudad que ya habíamos recorrido por completo.


Si Dios y los Rua lo permiten, esta madrugada partimos hacia San Blas. Amen.

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domingo, 4 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (1 de 5)

La ciudad de Panamá es bastante particular. Por empezar, casi no cuenta con semáforos así que el tráfico es una selva. Al mejor estilo "Y dónde está el Piloto?" (pero terrestre) los conductores de taxi pegan volantazos que le hacen a uno sentir temor por su vida, frenan cada medio metro y se cambian de carril con tal de avanzar 20 centímetros para después volver a cambiar al carril en el que estaban antes.
Aparte de no haber casi semáforos, tampoco hay los amados kioskos de nuestra ciudad donde comprás un chocolate a cualquier hora, o agua, o lo que te venga en gana. Aquí es o jodéte o andá a encontrar un supermercadito ponja, sí, los hay también y también están abiertos hasta el día que muere el chino dueño.
Ooooooooooooooooootro tema: las minitas recepcionistas del hotel. Las minitas del hotel son mala onda y no saben un carajo y más que orientarnos, nos desorientan. El primer dia nos dijeron: "vayan por acá y no por acá porque es peligroso". Nos dijeron al revés. Nos dicen: "ir a tal lugar te costará 1 dolar". Y cuesta 4. O "te costará 10 dólares". Y cuesta 1,5. Asi que hay que hacer exactamente lo contrario a lo que te indiquen.
El ciudadano panameño que no trabaja para el turista es amable, charlatán y la pregunta de rigor que no faltó en ningún cruce fue: "Es tu primera vez en Panamá?" Yo no sé cuál es el yeite con saber si es la primera, segunda u octava vez que vengo a Panamá, pero por qué es tan importante? Misterio a resolver. Lean el próximo reporte.
La comida... la comida es rica!!! Síiiiiiiiii! Pero es dificultoso ser vegetariano en este lugar así que chicas, tráiganse sus Activias en la valija o están muertas.
Algo muy particular ocurre en Panamá e incluye no sólo a los mozos y mozas de los restaurantes sino a cualquier persona en situación de vendedor, servidor público, expendidor de comida y demás: son mala onda. Acá te atienden para el ojete, te exigen la propina y hasta te indican qué porcentaje es y cómo anotarlo en el ticket de la tarjeta de crédito. Te traen la cuenta sin que la pidas y ni te atrevas a pedirle que en lugar de tomate te traigan lechuga porque la respuesta es un rotundo NO. No y sin lugar a reproches o te encontramo' a la salida.
Llegamos el jueves y ya recorrimos lo que había que recorrer en la ciudad: el viernes fuimos a las ruinas de Panamá donde se supone que estuvo el pirata Morgan y los cagó a todos a cascotazos haciendo mierda la ciudad. El sector de las ruinas tiene una torre-mirador de 30 metros desde donde se puede ver toda la ciudad y las islas. Confieso que como muchos dicen, Panamá visto desde arriba y desde la distancia parece Manhattan. Hay dos edificios que parecen las torres gemelas y vi un cuasi Empire State. A estas alturas ya eran como las 2 de la tarde y Diego me tenía cagada de hambre. Vedadas las comidas en horario de recorrida de la ciudad, vislumbré allá a lo lejos una ventana panchera. Y allí fuimos. Caminamos especialmente por un sendero de piedras donde había una señora con pañuelo a rayas en la cabeza, cual cocinero Gourmet, y unos muchachos morfando un sanguche y amablemente dijeron 'hello'. "Qué se puede comer aquí?" preguntó la gorda hambrienta (o sea, yo). "Ou, nou, aquí no vendemous comida" dijo la extranjera.
Sucede que eran americanos u otros angloparlantes de nacionalidad desconocida que laburaban en una casa con ventana que se abre hacia afuera, visten como pancheros y morfan sanguches pero no venden. Qué vergüenza! Diego disimuló su risotada y continuamos nuestro camino hacia los entretenidos (?¡¿) museos donde mostraban las vasijas de los que vivían acá en Panamá hace chiquicientos años. Yo me aburrí un poco. Diego estaba super concentrado y yo bailé música clásica en zapatillas Hush Puppies para él en el museo vacío.
A la tarde fuimos al Casco Viejo, que es la Panamá vieja, digamos. Ahí está el palacio presidencial con chabones vestidos de verde que te hablan, no como los granaderos, y a quienes hicimos reir con Diego posando como pajarracos para la foto acompañando a los pájaros que estaban dentro de la casa presidencial. El Casco está bueno y en una parte es parecido a Colonia, Uruguay. Cerca del Casco hay una zona tipo once-barriochinopeligroso-avellanedagrasa-sectormierdosodeparquecentenarioconferiadondevendenzapatosusados. Recomendación: andá para otro lado.
El sábado fuimos a la Calzada de Amador que es un lugar tipo puerto hecho para los turistas con un monton de bolichitos lindos. Nos contaron que la ruta hasta ese lugar la hicieron con los cascotes que sacaron del Pacífico para hacer el Canal de Panamá


Para pasar por el Canal de Panamá, los barcos tienen que estar hechos a medida porque si no, se estrolan contra las paredes. Una vez que llega el barco pasa por unos ascensores acuáticos: el canal sube y baja el nivel del Pacífico y el del lago Gatún para que el barco pase (si ven bien la foto, a la izquierda está el barco con un nivel del Pacífico bajo y a la derecha, se ve el nivel del agua del Lago Gatún bien arriba). Pagan como 90 mil dólares cada barco en concepto de impuestos para poder pasar. Una bicoca, eh?
Hoy Domingo fuimos a un Parque Natural que se llama Metropolitano. Yo esperaba ver animalitos pero ví medio mono tití y media iguana. Caminamos un montóooooooooooooooooon, vimos mucho veeeeeeeeeeeerde y nada más. No es por mala onda pero medio pedorrito el Parque. Okey, mucho verde, eso me encantó, ta bien. Pero taaaanto?
Ahora que terminamos con la ciudad, estamos medio al dope. Quizás mañana vamos a una isla en ferry. Quizás no. Quizás, capaz, tal vez, por ahi el martes nos vayamos a San Blas en avioneta de 35 dólares que se mueve y me va a hacer vomitar los huevos revueltos del desayuno. Quizás no. No lo sabemos. Porque andamos así, somos despreocupados y relajados y no hacemos planes. Porque somos mochileros. Y los mochileros... son espontáneos.

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