miércoles, 17 de octubre de 2007

Reporte de Viaje SalJujeño

Sábado 10/10: Arribamos a la ciudad de Salta donde nos recibió un morocho encantador, de pocas palabras él, en un minitaxi donde apenas entrábamos los 5. El Hostel bastante humilde y húmedo, las habitaciones simples. Dejamos los petates y nos dirigimos el centro de la ciudad. Plaza 9 de Julio, farolitos, la Iglesia impoTente (como diría un compañerito). Garuaba finito y eso hacía la vista más nostálgica. Visitamos el Museo de Arqueología de Alta Montaña donde además de los utensilios, telas, ropas y demás cosillas de miles de chiquicientos años, vimos a los llamados Niños del Llullaillaco. Según nos informaron, encontraron tres niños incas en 1999, congelados en la cima del volcán Llullaillaco, a 6.700 mts. de altura. Y suponen que vivieron hace 500 años, en pleno apogeo del imperio inca y antes de la llegada de los españoles. Un cacho de cultura, por favor! Pudimos ver 2 momias de esos 3 niños, que eran sacrificados por sus familiares en agradecimiento a los Dioses por los alimentos que recibían de la Naturaleza. Parece que a los borreguitos los llevaban a la cima de la montaña y les explicaban que se irían con sus antepasados. Les daban algo de morfi para su estadía en un pozo prolijamente cavado, les hacían hermosas criaturitas tamaño mini y los ponían en pedo para que hicieran su viaje hacia la eternidad con una linda mamúa (100% verdad!!). Se trata de niñitos de entre 5 y 7 años. Yo me pregunto qué sentirían cuando se les pasara la borrachera y se encontraran solos en el mundo... Las momiecitas están tan perfectamente conservadas que se puede observar las trencitas que llevaban en el pelo, los pliegues de su piel, las alpargatas, el ropaje, las manitas... impresionante!

Domingo 7/10: Nuestro desayuno en el Hostel Quara nos sorprendió con... UNA galleta marinera de esas que tienen gusto a nada, color blanca, sin sal y con muchos puntitos y UNA medialuna de manteca por persona. Todo pelado. Sin manteca. Sin queso. Café en un termo. Leche en otro. Y arreglátelas. Perfecto para comenzar el día preparado para gastar mucha energía. Los 4 nos dirigimos hacia la Quebrada de San Lorenzo (N. de la R., año 2011: mismo lugar donde asesinaron a las dos turistas francesas) y en el camino pasamos por lo que vendría a ser un barrio privado salteño. Si no me equivoco, el metro cuadrado sin construir estaba $500.- Mucho verde en la quebrada, un arroyito con piedritas. Simpático. Subimos un poquito más. Y más... y más... Había 12 puntos para recorrer y Jime y yo hicimos causa común y nos plantamos en el sexto. Los hombres quisieron convencernos de seguir pero no lo lograron. Quedamos en encontrarnos en la entrada y Jime y yo nos perdimos 3 veces en el camino. Luego quisimos hacer shopping en una linda tiendita de la Quebrada. Los muchachos querían ver un partido de fútbol así que nos abandonaron a nuestra suerte en plena ruta. Me reservo los detalles de la riña nocturna (cuac).

Lunes 8/10: Luego de retirar nuestro carro rentado, pasamos por San Salvador de Jujuy: emmmmm, no es muy lindo. Camino hacia Purmamarca, vía senderos enrulados (léase 'con curvas') Jime y yo a punto de vomitar agradecimos el desayuno pedorro del hotel. Llegamos a Purmamarca, el pueblito bajo el Cerro de los Siete Colores. Pueblo chiquito y muy lindo. En su plaza principal, feria de puestos con pulloveres, todo tipo de textiles, cerámicas, madera, etc. Me re mal copé. La cena fue en una peña con cantantes de folklore con ventanita dental que querían levantarse a unas minusas de Córdoba a quienes les dedicaban sus payadas: "aro, aro, aro, te agasho en el matoshal y te hago cantar", etc.

Martes 9/10: Bordeamos el cerro de los 7 colores por el Camino de los Colorados. Al principio intentamos a pata, pero cuando nos avivamos que se podía recorrer en carro (con aire acondicionado) no lo dudamos ni un instante y los muchachos apoyaron la moción. Pudimos ver enormes formaciones rocosas de coloración naranja, marrón, verdosa, cactus(es) por todos lados, formas y tamaños, con alitas y sin alitas. Verdaderamente el cerro tiene 7 colores. Realmente indescriptible. Parecía el Gran Cañón Colorado.




Por la tarde visitamos Salinas Grandes, que es una zona de... salinas, ejem, grandes... con piletones de... salinas... y luego almorzamos un picnic en el que Bernies se encargó de hacer los sámbuches mientras las chicas mirábamos. Había una casa enorme hecha de... salinas, con mesas, sillas y bancos hechos de... bueno. Nos dio un poco de cosa ver a los artesanos en las salinas cubiertos con sombreros, pasamontañas y lentes de sol, tallando con cuchillos cachos de sal dura con forma de cenicero, llama y otras cositas por el módico precio de $5.- Para llorar.

Miércoles 10/10: Nuestro próximo destino: Tilcara. En el camino visitamos la Posta de Hornillos, un museo que sirvió de Posta para personajes como Manuel Belgrano, Rondeau, Alvear, Lavalle y Güemes entre otros. Vimos sus catres, sus pistolitas, cartitas que se mandaban con un castellano diferente al que usamos hoy día y demás elementos de la época del 1810 y monedas. Llegamos a Tilcara y nuestro Gerente de cabañas nos llevó hacia el lugar. Lo invitamos al auto, que apestó inmediatamente pero de manera soportable. Como quien no quiere la cosa, nos informa que los coyas no se bañan sino que hacen la gran 'baño turco' lavándose las partes cada tanto. Dato importante a tener en cuenta a la hora de subir a un coya a tu auto. Hermosa la cabaña que compartimos las dos parejas. La plaza de Tilcara también estaba atiborrada de muchas cosas lindas para ver y comprar o ver y desear. Pasamos por el Pucará de Tilcara. 'Pucará' en coya quiere decir: fuerte. Es un asentamiento en lo alto de un cerro, a más de 2500 metros sobre el nivel del mar (msnm), donde los coyas construyeron casas de piedra, corrales para sus llamas, un templo y sepulcros donde colocaban a sus muertitos. Muy lindo el mirador. Sacamos muchas fotos. Este lugar lo descubrió un tal Ambrosetti, la calle que está en el barrio de Caballito (!).
Hicimos las compras y los muchachos comenzaron algo así como un Campeonato de Escoba del Quince con Estadísticas que duró el resto del viaje y trajo intercambios de opinión mujeres vs hombres. Cenamos una rica picadita con birritas y todos a la cama.

Jueves 11/11: Jime preparó rico desayuno (hasta con juguito de naranja para los cuatro! Quiero vivir con Jime!) y nos dispusimos a buscar el Pucará de Jueya. Nos perdimos dos veces pero quien perservera, triunfa. Un señor de casi 90 años nos dio indicaciones y luego nos mangueó uno' pesito'. Diego fue subiendo de a poco la montaña y sin darnos cuenta nos miraba feliz y contento desde muy arribita. Con dificultad subimos pero el pucará estaba bastante destruido así que Diego me propuso antes que yo dijera algo: 'disfrutemos del silencio, del ruido del viento'. Faaaa! Contemplation a full!
Más tarde fuimos a la Garganta del Diablo, un camino de cornisa que bordeaba una montaña. Jime y yo a los gritos, puchero, amenaza de 'me bajo acá', 'no quiero seguir', 'esto me da miedo' y demás gallinadas. Al final la Garganta del Diablo tiraba menos agua que mi ducha así que nos fuimos.


Viernes 12/10: Camino a Humahuaca, pasamos por un Reloj de Arena que no funcionaba (o no entendíamos cómo), pueblo de Uquía donde los niñitos se te acercaban y te preguntaban: 'le canto una copla?' ("En el cielo vi tu cara...") y luego el mangazo final de 'no tiene una monedita?' Intentona de hospedarnos con coyas a la manera coya, nos fuimos rajando hacia Iruya, un pueblito en Salta montado sobre la misma montaña. 60 km de camino de ripio a 4000 msnm. Por suerte no nos apunamos.

En la cima, una señora coya parada en la nada. Momento sublime para mí, digno de un cuadro. Los chicos se reían de mi descripción sociológica.


Llegamos a Iruya: todo torcidito construido sobre la montaña. Calles de piedra inclinadas. Vimos a los niños izar la bandera, y trasladarse de un lugar a otro llevando sus propias sillas. Almorzamos en bodegón de pueblo, con olor a fritanga. Visitamos la Iglesia, una especie de velatorio-burdel adornado con tules de colores chillones y llamativos con el agregado de strass... y un Cristo ensangrentado acostado dentro de féretro de vidrio, y flores por doquier cual velorio. Inolvidable.
A la madrugada un perro aúlla. Despierta mi sensible dormir. Trato de ignorarlo pero insiste. Abro la ventana (estoy en lolas), encuentro al sujeto y lo miro a los ojos. Hago eye contact. Y le grito: chhhhh! Perro coya hace caso y no jode más toda la noche.
Por la mañana, alguien abre la puerta del hotel que no cierra bien y hace chirrido. Al principio y entre sueños pensé que el ruido era una pelota. Luego me despierto y entiendo. Me levanto (en bolainas), me pongo mi campera larga y en patas salgo a cerrar la puerta. Al entrar a la habitación, Diego me mira dormido y me ve sacarme la campera y debajo desnuda... habrá pensado que me fui de joda por la noche coya...

Caminando por Iruya nos encontramos con mucho coya con 'ventanita del amor' en su boca. Señora coya escupe cual ganaco con su hija a cuestas. Niños coyas muy lindos y simpáticos pero no tan lindos cuando crecen. También para destacar: en cada asentamiento en medio de la ruta, al menos una casa, siempre hay una iglesia.



Sábado 13/10: Ahora sí visitamos Humahuaca. Vimos el Monumento a los Luchadores por la Independencia, enorme realmente, precedido por varios escalones y mucha escultura. Descubrimos el Cabildo con un reloj cucú-Jesús. Perdidos camino a Coctaca, pedimos instrucciones a señor coya que nos manguea que lo llevemos. Error. No teniendo en cuenta la información sobre las costumbres higiénicas de los coyas, fuimos hospitalarios y nos arrepentimos al segundo. Tarde piaste. El señor coya apestó nuestro auto, con ventanillas cerradas por el aire acondicionado. Diego, que siempre conduce tranquilo, empezó a "pistear como un campeón" con tal de llegar al punto donde el coya se bajaba. Jime me pedía desodorante para echar en el auto. Diego tenía cara de preocupación y nos miraba por el espejo retrovisor. Liberados del coya, abrimos las cuatro puertas. Jime quería vomitar. Hicimos un pacto de no-solidaridad y no levantamos más coyas del camino. (Con mucho respeto al coya, disculpe nuestra finura).
Luego de cenar fideos en la cabaña, los chicos debían lavar los platos. Como la sartén estaba llena de cebollita, tomate, morrón, no se les ocurrió mejor idea que darle la sartén a los perros del lugar para que la lamieran y la dejaran lista para enjuagar. Chanchos!

Domingo 14/10: Ya emprendiendo el viaje de regreso, fuimos de compras por Purmamarca y luego del almuerzo en la Quebrada de San Lorenzo, tomamos la ruta 68 hacia Cafayate, ciudad del vino salteño. Pudimos observar las enormes formaciones rocosas de los Valles Calchaquíes y en particular de la Quebrada de las Conchas. Algunas parecían chocolate en rama, otras con puntas afiladas, otras todas parejitas, otras piedrotas enormes con agujeritos cual queso rico. Nuestra cena de picada incompleta me sacó de quicio y luego de quejarme nos descontaron bebidas, empanadas y precio de la picada. Esssa!! En la factura de la cena pusieron: 'picada incompleta'.

Lunes 15/10: visitamos la bodega Vasija Secreta, con su museo lleno de barriles enormes donde procesaban el vino, máquinas y otras cosas de interés que no me acuerdo. Degustamos vino, vimos las parras de sus 75 hectáreas, y una guía del lugar nos explicaba que algunos creen que el vino tal cosa, 'pero no es así' y también 'los argentinos ya no toman buen vino', mientras hacía un movimiento nervioso tomándose de las manos cual niño cantor de iglesia. Luego de tan adorable visita, rajamos hacia Cachi, un lindo pueblito de Salta. Con Diego visitamos el cementerio ubicado en lo alto de la montaña. Algunos muertos tenían sepultura con cruz, otros sin nada. Había nichos de gente muerta en el año 1800. Sacamos fotos en el mirador, nos sentamos en un banco solos en la plaza y charlamos lindo y nos reencontramos en la soledad.

Martes 16/10:
volver a casa no parecía fácil ya que Jime y yo estábamos hartas del viaje en auto. Los chicos se fueron a visitar el Pico Nevado con muchas expectativas pero el Pico se encargó de decepcionarlos. Luego de algún que otro puchero, volvimos en auto hacia la ciudad de Salta.

Miércoles 17/10: El viaje ha terminado. El vuelo movidito nos trajo de vuelta a Buenos Aires.