viernes, 24 de febrero de 2012

Guerra Silenciosa IV: La Venganza de La Señora II

Referencias anteriores: aquí, aquí y aquí también.


El fantasma de La Señora habita en mi casa.
Desde que me abandonó, mi vida ya no es la misma: lavo la ropa, la plancho, limpio mi casa, me arrodillo ante el inodoro, vacío alacenas llenas de fideos de hace 4 años, aspiro la alfombra, paso el trapo... Si bien es bueno el ejercicio, siento que La Señora me envía mensajes desde el más allá (más allá de mi casa, nomás).
Ayer por la mañana me quedé dormida así que a las apuradas me hice mi café con leche (lágrima, en realidad) y me fui hacia mi habitación para vestirme mientras de a sorbos bebía mi cafecito. Hace 9 años que hago esto, siempre muy smoothly, sin inconvenientes. Pero claro, ahora La Señora se está vengando de mí a la distancia y ausencia, así que se me fue la taza a la mierda. Leche por doquier: mi nuevo cubresommier con vainillitas, blanco impoluto era... mi mantita eléctrica para los dolores de cuello, ahora cuando la enciendo huele a leche podrida y se me queda pegada en la nuca... mis sábanas nuevas... todo lleno de leche... el interior del cajón inundado...
Y la Venganza fue compuesta: es decir, no sólo se me enchastró el hogar sino que se me duplicó la cantidad de horas de planchado.
Perdón, Señora, perdón... le voy a mandar una encomienda con Mortimers! 



miércoles, 22 de febrero de 2012

Mi Clase de Gym con Profe Cachondo

Hoy tomé mi tercera clase de Gym, pero primera con Profe Cachondo. Muy copado, debo decir.
Igualmente, voy a comenzar desde el principio, desde el momento mismo en que llegué a mi casa desde el trabajo y me vestí para mi gran clase. 
Si bien el fin de semana largo me compré un pantalón como la gente marca Speedo, debido a que mido 1,56 m el pantalón me quedaba obviamente largo y debió hacer una visita a la costurera. Así que la vestimenta de hoy, no era otra que la patética calza con la patética remera que venía usando anteriormente. Me cambié rápido y me olvidé de un pequeño detalle, que más adelante les contaré.
La gente me miraba en la calle: creo que mi culo sin protección llamaba la atención, además de mi pechuga con remera ajustada. Es que el detalle que me olvidé antes, fue cambiarme el corpiño así que circulaba por la calle con mi calza y el culo al viento, y con una remera deportiva ajustada con mi corpiño de push up, cual Cicciolina desvergonzada.
La cuestión es que en la esquina del gimnasio vislumbré una remera más discreta que adquirí por el módico precio de $ 45. Ingresé al gym y comencé mi clase con profesor nuevo. Muy copado, puso música cachengue-fiestera "fue como una rá-fa-ga tu amoooooor... me enamoróoo" y ese tipo de música cumbiera. Mientras, el profesor nos alentaba con frases como "Dale, que se viene el otoño y vamo´ a morfaaaaaaar... jojojo..." La verdad es que era gracioso y le daba mucha onda a la situación moverelculoesmasdolorosodeloquehabíapensado.
Al ritmo de la música, gestitos de mano arriba, cual si estuviéramos cantando en la cancha, hacia la derecha, luego al frente, luego a la izquierda, ahora agregamos piernas. No pude coordinar piernas con brazos así que me limité a los brazos. Y luego los saltitos. Y es aquí donde descubrí cuál es el problema de hacer gimnasia con corpiño armado.
Los hombres no entenderán esto así que lo voy a explicar escuetamente: ir al gimnasio con corpiño armado con push up y alambre, no es buena idea. Ustedes se preguntarán por qué. Y yo les voy a explicar: hacer gym con corpiño con alambre es tan parecido a circular en bicicleta con una argolla de metal en cada testículo. A buen entendedor, pocas palabras. Cada saltito era un rebote de mis amigas, Lola y Lolita. Y era un dolor de lolas, realmente. Pero no iba a abandonar por esta pequeñez. No. Me dirigí al vestuario y me saqué el corpiño. ¿Y qué? ¡Éramos todas minas ahí! Finalmente no pude decidirme si era peor con o sin corpiño, pero al final dejé de hacer los ejercicios de saltitos: ellas rebotaban.
Luego bracitos tipo esquiar hacia la derecha y hacia la izquierda, mientras Profe Cachondo decía: "Aaahh, éste les sale bien eh!! (guiñada de ojo)".
El profesor animaba cada ejercicio mientras lo enseñaba de dorapa. Así cualquiera, eh. Mañana empiezo a dictar clases yo también...
Luego pasamos a Piernas. Debíamos acostarnos y levantar ambas piernas formando una V: nuestro culito era el vértice y las piernas en el aire formaban la V. Había que abrirlas bien, esa era la indicación profesional. En un momento, Profe Cachondo se acerca a alumna vaga y le dice: "Daaaaaaaaaale, abrilas bien que ahí no entra nadie eh!" Y parándose cerca del vértice de la alumna, la mira como diciendo "yo no entro acá, abrime las gambas, mamasssssa".
En esta foto podrán ver mi pierna haciendo el ejercicio, y al profesor parado mirando nuestros traseros y vértices. Hice la parabólica humana para sacar esta foto para ustedes, mis fieles seguidores. Onda... "mando un mensajito de texto mientras levanto las patas, pan comido".
Y una vez más, analizo a mi profesor y observo una interesante protuberancia en la zona de su estómago. Y no hago más que volver a preguntarme: "Si él hace gimnasia y tiene esa buzarda, ¿de qué me sirve a mí todo esto?".
Luego de la clase volví a mi hogar, y me clavé soberano plato de tallarines con crema. Pero que no se diga que no hago actividad física.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Guerra Silenciosa III: la venganza de La Señora

Mis asiduos seguidores no precisarán esta referencia, pero aquellos que no han leído todas mis historias necesitarán leer previamente esta anécdota y esta otra, antes de continuar este relato.
Sabrán entonces que mi relación con La Señora ha tenido sus ribetes de tire y afloje, siempre de manera silenciosa, por supuesto. Como consecuencia de mi negación a comprar una nueva La Mortimer - que me fue solicitada por La Señora por medio de notita en la heladera el 7 de Enero y cuya solicitud no logró los resultados esperados - se sucedieron situaciones inverosímiles en mi hogar.
La primera pista me la dio Bettina, nuestra maravillosa y musical Recepcionista. Conversando cerca de la impresora, le muestro mi pantalón violeta mancillado con lavandina: La Señora tomó Venganza. Habiendo visto que luego de mes y medio seguía la misma maltrecha, herida, magullada y vapuleada Mortimer en la cocina, se habrá desarrollado la siguiente conversación en su cabeza:
"¿Esta miserable me hace lavar los platos con esta Mortimer de mierda? Ya vas a ver, enana malparida".
Y fue así como el pasado Lunes me vestí dormida, me coloqué mi perfectamente planchado pantalón violeta, lo combiné con mi camisa lila y me fui a trabajar. Al llegar a la oficina, me miro. Y Bettina me dice: "Es la venganza de La Señora!". Y se ríe. Yo me quedo pensando. ¡No se me había ocurrido! Lo interesante de la situación, es que La Señora se hizo la gila olímpicamente habiéndolo planchado y colgado en la percha, sin decir ni mú. Ooooobvioooo... ¿qué otra cosa podría esperar? Son defectos de la profesión.
Gracias, Señora, porque ese pantalón me quedaba para el ojete. Sólo de ese modo podría haberme deshecho de él. Me hizo un favor.
Sin embargo, la estocada final llegó la semana siguiente: sin preaviso dejó de venir. No me llamó, no me dejó una carta, no se despidió con un beso. Me abandonó en silencio. Fue consecuente con nuestra guerra silenciosa que llevaba más de dos años. Lo que en silencio comienza, en silencio acaba.
Nunca quedó claro si su deserción fue por La Mortimer malhabida o por otros motivos. La explicación oficial es que encontró mejores rumbos en los brazos de su nietita de 4 meses, a quien cuidará a diario a partir de ahora. 
Y aquí estoy, planchando con la plancha a vapor que vomita agua por doquier por no haber aprendido a usarla nunca jamás.
Y La Mortimer? Allí sigue, como el 7 de Enero, con un agujero y lavando perfectamente. Una vez más, YO GANÉ (¿?).

martes, 14 de febrero de 2012

Ayer comencé a ir al Gym

Sí, después de 5 años de no mover el trasero, me armé de voluntad y fui al Gym. Primero pensé en pagar sólo la clase del día pero luego dije "vamos, a comprometernos con el exceso de grasa y hagamos el mes entero" (Sí, me hablo a mí misma en plural).
Los prolegómenos fueron estos: llegué a mi casa luego del trabajo y me puse mi pilcha de gimnasio. Me sentí absolutamente ridícula porque no tenía remera larga para tapar el culo en calza, así que me paseé por el barrio prácticamente en culo. Pagué el mes completo y me subí a la bicicleta fija. Mido 1,56 m, era obvio que no iba a llegar a los pedales. No pude acomodar el asientito, entonces me mudé de bici. Y me volví a mudar. Y me volví a mudar. Corta de estatura y encima inútil... Finalmente me di por vencida y le pedí a muchachomusculosollenodeesteroidestodobronceadoyconcamiseta que me acomodara el asiento. Hice 3 minutos de bicicleta fija. Listo, ¿no? No. 
Luego fui a la clase de Total Gym. ¡¿What the Fuck?! Comenzamos con piñas, luego patadas, bailecito en el lugar, rebotamos las patitas, etc. Todas eran alumnas mujeres - salvo un valiente - y todos frente al espejo. Confieso que me ubiqué al costado, para no tener que verme pero luego vinieron 2 chicas más y tuve que enfrentarme a la realidad. Mi realidad. Y me vi. Vi mi cuerpo intentando hacer los movimientos. Vi mi cuerpo moviéndose sin gracia ni ritmo, cual Pinocho en bloque. Me vi blanca-teta mientras todos los demás estaban bronceados por el sol. Mis brazos blancos y débiles intentaban dar piñitas al aire con muy poco éxito. La vergüenza y conciencia sobre mí misma me hicieron querer abandonar. ¡Pero no! ¡Yo voy a bajar los rollos!
A los 15 minutos de comenzar - hay un reloj justo en el medio del salón - sentí que ya había hecho demasiado, considerando que no hacía gimnasia desde el año 2007 - me dolía el alma, el pelo, las tetas, el culo, todo - pero me dio vergüenza irme en medio de la clase así que me tomé un descansito y chusmeé mi Facebook con la Blackberry. Mientras los otros infelices sudaban la gota gorda y movían las cachas al ritmo de la música, yo me tomaba un trago de mi agüita congelada - llevada de casa porque soy moishe - y chequeaba mis mails con mi maravillosa Blackberry, cortesía de la empresa. Soy una caradura, lo sé. Luego volví a moverme imbécilmente.
En un momento me tomé unos minutos para observar a la profesora, todo mientras "me movía": "copada, con ritmo, debe ser boxeadora porque tanta piña y patada debe venir de algun lado", pensé. Y luego vi sus rollos. Y luego recordé los míos (como si hiciera falta recordarlos, están siempre conmigo...). Mi último pensamiento, exactamente a las 20 hs cuando terminó la clase fue: "Si ella tiene esos rollos y hace gym desde hace tanto tiempo, ¿qué puedo lograr yo comenzando recién ahora? Y por otro lado: ella es profe de gym y tiene los mismos rollos que yo".
Y me fui cabizbaja y meditabunda, preguntándome si tanto esfuerzo servirá para algo... y recordando con cariño el flan que aún está en mi heladera.

sábado, 11 de febrero de 2012

Soy Famosa Ya?

Esto de tener un blog con casi 3.600 entradas en 1 mes y 10 días (nada desdeñable) es un poco perturbador.
No sé si soy famosa ya o qué, pero hoy a la mañana (Sábado tipo 11 am) con mi cerebro confuso y mi pelo despeinado, me cruza un vecino de los buena onda y me dice, a propósito de esta anécdota: "hagas lo que hagas, no compres Mortimer". O sea... mi vecino leyó mi blog y ahora sabe lo siguiente de mí: me atacó un animal gigante en Costa Rica, soy una amarreta con la mortimer, me levantan sólo los viejos, tuve una primera vez con un gerente, no puedo matar una cuca en tetas, me gusta sacar la basura en culo y un viejo choto se fantasea conmigo con una filmación de colegiala. Vivimos en la era de la No Privacidad, lo sé, pero que un vecino sepa todo eso de mí, me preocupa. Debería haberlo pensado bien antes de hacer un diario público, no?
Mis compañeros de trabajo me preguntan cosas de mi blog en el ascensor y por los pasillos. Noto un toque de complicidad, algo así como una guiñada de ojo invisible... onda "sé que sacás la basura en culo, ehh... ahhhhhh..." ¿Cómo impongo respeto después de esto?
Ahora que lo pienso, si soy famosa debería ignorarlos a todos, hacerme la asquerosa, ser como Su Giménez. Ah, cierto, yo ya hago todo eso.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Mi Segunda Vez con un Gerente

Ayer fue el día de internación de Gerente en Hospital Austral. Lo obligué a ir en el asiento de adelante del Remise para evitar el vómito innecesario y yo me acosté atrás y me clavé una siestita mañanera de una hora. Fuimos a Admisión, nos registramos y bla bla bla.
Gerente entró con su camisolín al sector Pre Quirúrgico mientras yo traducía las preguntas de la enfermera. "Ojo con el camisolín, que se abre y se le puede ver el trasero", le había dicho el día anterior (el que avisa, no traiciona). De costadito, me oculté tras la columna para no verlo en bolas, aunque le veía las patitas desnudas. Sus piecitos envueltos en plástico se movían mientras él respondía. Al rato entró a quirófano.
Ahora que redacto esta anécdota y recuerdo otros momentos de la aventura con Gerente, me reconozco un poco marmota, porque me clavé otra siestita mientras esperaba que saliera. Poco me importaron las otras personas que no tenían dónde sentarse, yo tenía sueño y estaba re podrida de esperar, así que un rato me dormí y otro rato me hice la dormida con tal de no moverme. Cuatro horas después, lo encuentro en su habitación. "Hellooooo..." le digo. Y ahí estaba él, tendido en la cama inmóvil. Mientras le preguntaba cómo se sentía se me vino a la cabeza que debajo de la sábana estaba completamente en bolas y cuán vulnerable era su situación.
Partí hacia mi hogar y al día siguiente, otra vez la misma historia. Llegué a la habitación a las 9.15 de la mañana y ahí estaba ÉL, brillante e imponente, junto a la bandeja de cama, mirándome. No me refiero a Gerente, sino al Papagayo. ¿Era necesario tener el papagayo ahí haciendo contacto visual directo conmigo? "Disculpame por el Papagayo", me dice Gerente. "Es sólo pis" atiné a decir. Pero no, realmente no era solo pis. Era SU pis y además era la imagen de Gerente haciendo pis en el Papagayo, una imagen que no podré borrarme del cerebro por un buen tiempo.
El Remise nos estaba esperando para irnos. Gerente se movilizaba cual robot y con dificultad se introdujo en el auto mientras se sostenía del borde con su mano sana. Sí, casi le cierro la puerta sobre los 5 dedos de su mano derecha. Y le digo: "Usted se busca los problemas, eh".
N de la R: La foto es ilustrativa pero la de Gerente tiene un tornillo más.