domingo, 25 de marzo de 2012

Mi Primera Vez en la Bombonera

Esta nota fue publicada en el Diario Olé, aquí.


25 de Marzo de 2012. Partido Boca-Lanús en la Bombonera.

Con tufo a porro mezclado con chori me recibieron los alrededores de la Bombonera. Las panzas de los fans asomaban por debajo de sus camisetas azul y oro. Ésta fue la primera imagen de mi primera vez en la cancha de Boca. Confieso que entré con cagazo, la vista no era lo que diríamos cordial pero le puse pecho – cosa que no me falta – a la situación y me adentré al lugar. Con mi credencial de Periodista del Diario Olé me sentía todopoderosa, cual Mujer Maravilla, y ya no me importaba nada.

La Bombonera desde la entrada
Los de Seguridad hablaban y se movían como capangas, con sus pechos inflados, no sé si por músculos o por exceso de grasa, aunque me inclino por lo segundo. La cosa estaba pesada porque dos horas antes del partido, los barras de la 12 se habían cagado a tiros con los cuidacoches en la Bombonerita. Y contra todas las probabilidades, no me cagué.




Stornelli en la rueda de prensa
"Vamos a los vestuarios" me dijo Ariel Kertzman, mi chaperón para la ocasión. Ilusiones me hice de ver a futbolistas en pelotas mostrándome sus hermosos, duros y turgentes traseros, sus planchas de ravioles sobre sus abdómenes, sus musculosas pantorrillas... Me los imaginé con las toallas blancas atadas en la cintura, pero no. En cambio, vimos a Carlos Stornelli explicando la balacera de la Bombonerita. ¿Y a vos qué minita quiere verte, Stornelli?
Luego nos encontramos con nuestros asientos privilegiados del Sector Prensa. Y allí estaba ella: sentí que San Pedro había abierto sus puertas de par en par para mí. Soberbia e imponente me miraba la Bombonera como diciendo: "vos, minita insignificante, no existís". Los más de 200 faroles iluminaban la cancha y la hacían parecer más enorme y magnánima todavía.



Blindex de por medio estaba la barrabrava de la 12: banderas azul y oro envolvían el sector de pies a cabeza y la muchachada cantaba al unísono "No me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más". Se movían al ritmo de la batucada, agitando sus brazos como si estuvieran bailando cuartetos de Rodrigo, dignos de una coreografía de Bailando por un Sueño. Les faltaba el tutú y las lentejuelas...


Al rato entraron las minitas en pelotas. "Son Las Boquitas", me explicó Ariel. Meneando sus caderas y sacudiendo sus porras, listas para la ocasión de convertirse en botineras, las muchachas vestían escuetas bikinis para el deleite de la muchachada calentona. ¿Y para cuándo los strippers para nosotras? ¡Esta cancha discrimina, loco!

Salió el plantel de Boca y el cielo explotó con papelitos de color azul y oro. La hinchada enloqueció. Los cantos de apoyo, los bombos y los platillos vibraron junto a las gradas. Y mi piso se movió. Wow... ¡Esa es la pasión de la que tanto me hablaban! ¡Existe, carajo, es real!

Y el partido comenzó. 
- ¿Dónde mierda la tiene que meter Boca? - le pregunté a Ariel. 
- ¿Es un personaje el que estás haciendo o de verdad no sabés? -  me respondió. 
O sea... ¿por qué mierda debería saberlo yo? ¿Acaso hay un cartel informativo y me lo perdí? Para no parecer más pelotuda de lo que en realidad ya soy, me calcé mi walkman del año 1985 y me puse a escuchar el partido. No sé si para gastarme o qué pero mi compañero me preguntó:
- ¿Sabés que juegan 11 de cada equipo, no? - Claro, soy minita pero no idiota.

En un momento de aburrimiento (porque hay que decirlo: al principio este partido no tenía mucha onda que digamos) me puse a jugar con mi camarita de fotos, tratando de sacar una fotito a los jugadores mientras los apretaba con mis deditos. Detrás de mí, un Seguridad capanga me miraba con complicidad esbozando una sonrisa. "Mina tenía que ser" habrá pensado. Sí, ¿y qué? Ustedes se divierten con 22 chabones persiguiendo una pelota, así que mejor no hablemos del tema. 
A todo esto, me picaba el bagre. Aproveché el entretiempo y me fui a comprar una hamburguesa. El triste sánguche con no más que pan y carne costaba 15 mangos. Con las mismas manos roñosas que recibía el dinero, el señor me entregó mi alimento. Y yo, que siempre ando con alcohol en gel en la mochila; yo, que al salir del subte y al llegar a cualquier lugar me lavo las manos indefectiblemente, me engullí la hamburguesa como si fuera La Última Cena. ¡Y estaba como la puta madre!

Mouche metió el primer Gol para Boca y Marchesin quedó solito, triste y desamparado, y me dieron ganas de consolarlo, ponerlo sobre mi pecho y decirle que todo estaría bien. Pero a los dos minutos, Riquelme lo hizo mierda con otro gol y mi instinto maternal se fue al carajo. Dos goles en cinco minutos, no hay mina que te banque, viejo. Y con cada Gol de Boca, yo festejé. Yo, que no soy bostera. Yo, que estaba allí como mera observadora. Yo festejé. ¿Qué poder que ejerce Boca sobre mí? Tendré que averiguarlo.

PD: Al terminar volvimos a Vestuarios y vimos a Falcioni, DT de Boca, con su interesante cara de ojete. Pero eso es lo menos importante de esta nota.


miércoles, 14 de marzo de 2012

Yo también soy Virginia Lago

Hace unas semanas descubrí a Virginia Lago, actriz argentina, promocionando películas en un canal de aire. Me llamó la atención su tono y mirada alegre considerando que presentaba una película terriblemente deprimente.
Unas semanas después, comenzaron a hablar de esto en los programas humorísticos y redes sociales. El tema se convirtió en un Boom y en Youtube se subieron muchos videos imitándola.
Huelga decir que tengo un ojo biónico que todo lo ve antes que nadie. ¡Que se sepa!
Aquí les presento MI video de Virginia Lago. Espero les guste!

Click AQUÍ para ver el video.

Reporte de Viaje: Mar de las Pampas

Gracias a la falta de privacidad de la época en que vivimos y por haber visto las fotos de mi vieja en su Facebook de su viaje a Mar de las Pampas, me ligué una visita gratarola a la Costa, tras sacar a relucir mis habilidades moishes de garronear vacaciones. Allí vamos!
Me compré mi pasaje en 10 minutos y desfilé por toda la capital federal en busca de una malla que quedara bien en mi crecido trasero, producto de darle a los postres duro y parejo. Si hay algo que tengo es autocrítica.
Acostumbrada a la burguesía, había tomado la única decisión razonable: ir en taxi hacia la Terminal por $ 25 aprox. Pero por consejo de Don Kasalsky realicé viaje en bondi por la módica suma de $ 1,25.- Pese a no ser moishe, mi compañero de trabajo ahorra dineritos. Gracias, (semi) paisano!
Mala semana la mía: los piqueteros de turno decidieron cortar las calles de la estación de ómnibus así que me tuve que bajar a 5 cuadras de la Terminal. Gracias a eso, pude "disfrutar" del siguiente paisaje: lindos puestitos de venta ambulante con variados productos: zapatillas Naik, calzones, bombachas, lentes de sol, billeteras, bolsos, valijas y merca para todos los gustos y morochos con caras de mafiosos ¡totalmente en cueros! Muchachos de Senegal vendiendo anillos dorados truchos y cadenitas de todos los colores y tamaños. Señora panzona peleaba con muchacho Senegalense a los gritos despavoridos y como no podía ser de otra manera, hice uso y abuso de mi pequeña contextura física y salí disparando hacia la otra punta. Cagona. Sí, ¿y qué? Quise sacar una foto para mis lectores, pero temí que me amputaran la mano con la cámara, así que se las debo.
Llegué temprano a Retiro y me dediqué a esperar, sosteniendo mi mochila como si fuera mi bebé recién nacido. Sentado a mi lado divisé señor sospechoso con anteojos oscuros, olor a chivo y zapatos náuticos marrones con medias de toalla en pleno verano. Tuve miedo de que me secuestrara así que envié a mi madre el siguiente mensaje de texto: "Voy con jean azul, remera turquesa, sandalias con tiritas marrones y mochila roja con negro, por si me secuestran. JAMSE" y me toqué la teta izquierda, como corresponde. Mi madre, super contenedora, ni me respondió. Gracias vieja por la onda!
Me apeeé en el bondi de 2 pisos pero en la planta baja, pensando "si el bondi choca o vuelca, los de arriba se hacen torta primero". ¡Tengo que estar en todo! El baño estaba justo frente a mí. ¡Qué suerte! (ironía)
Me había preocupado la cena porque estoy en actitud gorda chancha morfona así que consulté con la Autoridad Superior: Madre. 
- ¿Qué onda la cena? - le había preguntado antes de viajar. 
- Ay, es genial, andá tranquila que te dan unos sanguchitos re ricos - eso dijo. 
Pero yo soy una jodida desconfiada y me compré mis propios sandwiches. Al dirigirme a mi asiento observé una cajita de cartón. Era la cena del bondi: 2 barritas de cereales - que aborresco - un chocolate con relleno crocante, una bolsita de maní japonés (símil comida para perros) y dos caramelos de dulce de leche. Menos mal que siempre tengo un Plan B.
Salimos de la Terminal de Ómnibus y pasamos al ladito de la Villa (foto). Me cagué.
Me había prometido a mí misma tomar poco líquido para evitar ir al bañopúblicoambulanteconolorameoyotrascosas, pero a la media hora del viaje me clavé un alfajor de maizena y se me apalomó la boca. Media botellita de agua y directo al baño. ¡Mierda! Hice flexiones sobre el inodoro porque ¡bajo ningún punto de vista mi traserito tocaría ese inodoro! Y justo el ómnibus pasó por un bache lareput&*^%$#@$%^&!!! Pero igual, Ossssoooooooo... ¡¡no toquéeee, lero lero!!
Entrada la noche le dí a mis sandwiches con orgullo mientras todos los otros infelices se cagaban de tristeza con sus barritas de cereales rococó.
Al llegar, me esperaban con un asadito... qué buena vida! Fuimos a comprar postre pero Freddo ya estaba cerrando y los vendedores no quisieron vendernos porque ya habían cerrado la caja. Yo hubiera hecho la gran te vendo un kilo pero no te doy ticket y me quedo con la plata. ¡Qué pibes giles y con poca calle! Luego fuimos a Havanna a buscar cosas dulces y lo mismo: cerraban... pero yo soy-en-can-ta-do-ra y mis clases de teatro devolvieron su inversión: pegué mi rostro a la ventana vidriada y las palmas de mis manos con sus dedos extendidos al costado de mi cara, mientras gritaba: "¡TORTAAAAAAAAA! ¡TORTAAAAAA!". Lo repetí como 7 veces... Parecía un zombie come-cerebros. Los vendedores empezaron a reír y abrieron sus puertas de par en par. Sentí que las puertas del Cielo se abrían ante mí (lo dije: estoy una gorda morfona y la idea de darle al chocolate es mi equivalente al Nirvana). Luego de la compra, posé para la foto para mis seguidores y los vendedores me sacaron una también. Luego comimos Havannets y galletitas de limón ¡ñam, ñam!
 
Las cabañas donde estábamos no eran muy copadas pero sí los alrededores: mucho bosque, mucho verde, mucho árbol y plantas por doquier. Parecíamos estar viviendo en plena selva. Maravilloso. Al día siguiente nos mudamos al Apart Hotel & Spa Careyes. ¡¡Eso sí que es un hotel!! ¡Espectacular, cucú! Pile climatizada al aire libre... cabañas equipadas con tutti, te llevan la comidita a la pile... Al rato de llegar me mandé dos burritos... ¿Para qué va una de vacaciones si no es para morfar? ¡La pileta y el mar son secundarios!
 
Al día siguiente visitamos el Spa: masaje descontracturante + sauna húmedo + sauna seco + jacuzzi. En el sauna húmedo, incursionamos en los llamados "pedos de espalda": mi mamá descubrió que su espalda hacía ruido de sopapa con el piso mojado y aprovechando que estábamos solas los repetía cual niña de 5 años. Son esos pequeños momentos que generan recuerdos hermosos, ¿no? Me puse cursi, perdón.

Como broche de oro, me ragalé un masaje y otro a mi vieja. La sala blanca inmaculada olía a rosas y en el medio, allí estaba la camilla lo suficientemente ancha como para alojar mis carnes fofas. En un agujero introduje mi cabeza y me entregué a los placeres mundanos. Y fui burguesa. La música de The Beatles con grititos sapucai, instrumentos de viento y zapateo americano me hicieron sentir que estaba en Salta siendo amasada por indígenas autóctonos. Faltaba la empanada salteña como despedida y hubiera sido EL masaje. ¿Gorda yo? 
La cena comunitaria me sorprendió con una imagen alojada allí en el espacio más recóndito de mi cerebro: mi mamá cocinando. Allá lejos y hace tiempo, cuando yo tenía 15 años (hoy casi por cumplir los 35) mi mamá cocinó por última vez. Y en este viaje los cornalitos pescados por Quiquín se convirteron en la oda culinaria de mi Madre. Le sacamos fotos y la felicitamos como si hubiera sido ella la compositora de la Sinfonía Nro 9 de Ludwig van Beethoven.
Llegó la hora de irnos y mi mamá quería que nos ayudaran a bajar las valijas. Levantó el tubo y marcó el 0 en el teclado de la alarma de la cabaña. Y me miró con ojos de pez inteligente...

lunes, 5 de marzo de 2012

Lo que odio de ser mujer

Si hay algo que odio de ser mujer no es lo que estás pensando, no. Eso sólo molesta una vez por mes desde los 12 hasta los 52 años aproximadamente, son 40 años (nada, no?)... pero no es lo más jodido de ser mujer.

¿Los zapatos ajustados, quizás? Los tacos aguja con punta, increíblemente mal diseñados: o sea... no sé tus pies pero los míos no terminan en punta. ¿Para qué comprar un zapato puntiagudo si a los 10 días de usarlo quedará deformado por acción del dedo gordo? Aunque caminar por las calles de Buenos Aires sobre el asfalto o los adoquines sea una de las cosas más difíciles de hacer en esta vida... los zapatos no son lo que más me molesta de ser Mujer, incluso si una pierde el taco en esos recónditos espacios pensados por los hombres para cagarnos la vida. ¿Y qué me cuenta usted, señora? ¿En qué estado vuelven sus pies después de 10 horas con esos zapatos puntiagudos? No me va a decir que no le molestan para nada, que disfruta usarlos pues le estilizan las piernas... no me diga que se ve más femenina y por eso aguanta esa tortura diaria y espantosa de ir subida sobre esos 10 centímetros. No me diga "prefiero morir hermosa sufriendo en lugar de cómoda y fea". No, no se lo permito.

El maquillaje. Usted que se maquilla, ¿piensa que si no lo hace parecerá un escracho, un bodoque? Sí, por supuesto que será así y mucho peor también. Pero cuando se levanta a la mañana, ¿lo hace maquillada como las mujeres de las películas de Hollywood? No, claro, a no ser que se despierte a las 4 de la madrugada y se dirija al baño a hurtadillas para maquillarse y vuelva a acostarte Diosa junto a su hombre (hay casos). Si usted hace eso, permítame decirle que es una verdadera Idiota con mayúscula. Y si usted no es de esas, su compañero la ve como un cuco maloliente y despeinado, además de ver su verdadero rostro lagañoso y esas ojeras que cada mañana con tanto ahínco desea ocultar. ¿Vale la pena usar toda esa porquería pegajosa, calurosa y provocadora de granos sólo para impresionar al muchacho del subte, al kioskero, al Gerente de Marketing? ¿Por qué hacerlo si su marido anda por la casa con la panza al aire, y en el almuerzo dominical su remera cuelga elegantemente sobre una silla mientras el tuco cae sobre su pecho y sus vellos? ¡Hay que darles a ellos lo que ellos nos dan a nosotras!

¿Qué me dicen de la depilación con cera caliente? Debo decir que me depilo por deseo propio, pero usted que hace 6 meses no tiene pareja y tiene los pelos como para hacerse trenzas y de repente se levanta al kioskero y va corriendo a pagar $ 80 por la depilación del cavado profundo y la tira de cola, ¿usted piensa que su compañero se va a depilar el bosque? ¿Quizás los pelos de la espalda? No, señora! No se ilusione! Y guay que usted tenga 3 milímetros de vello rasposo en sus piernas, que el kioskero le dirá: "los pelos de tus piernas, me raspan".

El uso de la pastilla anticonceptiva es un capítulo aparte. Mientras usted se llena de hormonas cual milanesa de pollo, su marido, novio, amigo con privilegios, amante y otros etcéteras, goza de una salud corporal hormonas-free. Pero todo por prevenir un embarazo, claaaaaaaro... ¿Y para qué corno está el preservativo entonces? ¿Me lo puede explicar usted, señor? ¿Si le digo que salió la pastilla anticonceptiva masculina, me va a decir que la va a tomar? No sea mentiroso! Ahora el Papa Benedicto XVI aprobó el uso del preservativo, ¿qué espera usted para usarlo?

Y me falta la cocina... ni hablar de eso. Es un sinsentido y no lograremos nada.

Lo que más odio de ser mujer, realmente, luego de haber hecho todo el análisis anterior... lo que más odio con toda mi alma y desde lo más hondo de mis entrañas... es el maldito corpiño. Los hay deportivos, normales, puntudos, con puntilla, con broderie, con calado, con pelotitas, con relleno, sin relleno, con push up, de algodón, de tela transpirosa, clásico o de satén... hasta ahí, bueno, todo bien... Una elige qué ponerse para cada ocasión. Pero ¿es necesario meterle un alambre para que no se nos caigan las lolas? ¿Es realmente lo mejor que hasta el año 2012 pudieron inventar? ¿Qué tal si esos caballeros que inventan cohetes espaciales se ponen un rato a pensar cómo pueden hacer para que no se nos caigan las tetas, tetotas, tetitas, melones, huevos fritos, pomelos, limones, etc? ¿Qué tal si en lugar de un corpiño con alambre usamos unos tiradores? ¿Eso sería lo suficientemente sexy?

Señoras, señores, yo voto por una teta libre, una teta risueña, una teta feliz. Una teta cuyo movimiento natural sea aceptado y alabado por nuestros hombres como lo son en las tribus primitivas. Voto por una teta libre que aunque se asemeje a un portero eléctrico de dos timbres, no sea víctima de la lascivia del señor constructor subido a su andamio y que tan elegantemente nos brinda palabras poco decorosas.

Sí, acompáñeme en esta cruzada: TODOS POR LA TETA LIBRE! Por su bien, por el de todas las tetas y todas las mujeres.
He dicho.

PD: Si estás de acuerdo con esta cruzada, uníte a este grupo.