
Dado que el día estaba nublado para ver el volcán, nos fuimos a buscar hospedaje en un lugar maravilloso llamado Lagunillas. Nos hospedamos en una cabaña para nosotros solos, en medio de la montaña con una vista que nos dejó sin habla (y eso en mí es imposible!). El camino hacia Lagunillas era de tierra y con muchas piedras mal colocadas e hicimos uso de la doble tracción (essssssssssa!) de nuestra 4x4. Ambos nos asustamos en algunos momentos. Ah, no, perdón, cierto, Diego no se asusto porque es bien macho y se la re banca.


Nos hospedamos en La Pequeña Helvetica, una especie de mini ciudad Suiza con lechería (ordeñan sus propias 28 vacas), iglesia, restaurante giratorio que te muestra un paisaje impresionante desde donde se puede ver la Laguna Arenal, montañas pequeñas y grandes, vaquitas a lo lejos, y el volcán Arenal con sus nubes en lo alto. También tiene un trencito que te lleva de paseo por 10 dólares por persona y pedimos que nos lo descuenten en la tarifa del hotel, cosa que aceptaron. También pedimos que nos cobraran 10 dólares menos por habitación con balcón... cosa que aceptaron. Somos moishes y a mucha honra!
Al día siguiente nos perdimos el ordeñe de la mañana pero nos morfamos un desayuno con banana, ananá, pan y manteca, café con leche, queso y tomate y huevos revueltos con hongos y tocino. Livianito, eh? Es que venía todo incluido y no me pude resistir... Igual, me cobró factura algunas horas mas tarde y en el lugar y circunstancias menos esperadas.
Luego de algunas cuantas horas de viaje en carro, llegamos a Playa Brasilito, del lado del Pacifico. Visitamos la Playa Conchal, llena de conchas y conchillas claro, y allí es donde el estómago se vengó de mi desayuno y tuve que visitar los yuyos. Por el apuro no vi una rama y me la clavé en la frente y por eso salgo en algunas fotos con un golpe rojo alargado encima del ojo. Nos quedamos en la playa viendo el atardecer y siendo románticos. Luego intentamos colarnos en la pile de un hotel y nos sacaron a las patadas muy sutilmente por un security man que nos escoltó hasta la salida. (El que no arriesga, no gana).
Aquí, en la foto, el ramazo post yuyos...
El martes 27 fuimos a la Playa Flamingo, muy muy linda. Allí nos quedamos toda la mañana y como casi no había gente, me saqué el corpiño de la malla y me animé con un topless.
El agua de esta playa es muy transparente y a medida que se aleja de la orilla, se ve verde y azul a lo lejos. La arena es muy finita y suave.


Momento de almuerzo. Picnic romántico improvisado en una playa del Parque. Diego en el mar, disfrutando del agua. La ama de casa (o sea, yo) preparando la comidita: sambuchitos de jamón y queso. ¿Recuerdan la informacion que les pedí que retuvieran? Los garrobos son carnivoros y yo tengo jamon en mis manos. Diego viene del agua, empezamos a comer y de pronto, mi cuerpecito pequeño es atacado por un animal con garras. Un Garrobo venía por mi sambuchito. Fue una lucha cuerpo a cuerpo. El animal silencioso se trepaba salvajemente por mis piernas tratando de conseguir mi sambuchito. Y yo a los gritos, reteniendo en alto mi sambuche como si fuera más importante que mi propia vida. Yo gané. Mi sambuchito, ileso y mi cuerpo rasguñado sangrando. El garrobo recibió unos golpetazos de los otros humanos que estaban en la playa y yo, temblando por el susto, continué morfando. Aquí el Garrobo, en tamaño era la mitad de mí, y una de las fotos de mis piernas rasguñadas (encima, el hijo de puta rasguña profundo):


El ultimo día lo pasamos en el parque nuevamente en la playa de Manuel Antonio, donde terminé de leer mi libro Cien Años de Soledad.
Luego de 10 dias de estar en Costa Rica, aprendimos nuevas palabras, tipicas del lugar. A continuacion, las palabras que me resultaron imprescindibles para manejarme en este hermoso país: