martes, 14 de febrero de 2012

Ayer comencé a ir al Gym

Sí, después de 5 años de no mover el trasero, me armé de voluntad y fui al Gym. Primero pensé en pagar sólo la clase del día pero luego dije "vamos, a comprometernos con el exceso de grasa y hagamos el mes entero" (Sí, me hablo a mí misma en plural).
Los prolegómenos fueron estos: llegué a mi casa luego del trabajo y me puse mi pilcha de gimnasio. Me sentí absolutamente ridícula porque no tenía remera larga para tapar el culo en calza, así que me paseé por el barrio prácticamente en culo. Pagué el mes completo y me subí a la bicicleta fija. Mido 1,56 m, era obvio que no iba a llegar a los pedales. No pude acomodar el asientito, entonces me mudé de bici. Y me volví a mudar. Y me volví a mudar. Corta de estatura y encima inútil... Finalmente me di por vencida y le pedí a muchachomusculosollenodeesteroidestodobronceadoyconcamiseta que me acomodara el asiento. Hice 3 minutos de bicicleta fija. Listo, ¿no? No. 
Luego fui a la clase de Total Gym. ¡¿What the Fuck?! Comenzamos con piñas, luego patadas, bailecito en el lugar, rebotamos las patitas, etc. Todas eran alumnas mujeres - salvo un valiente - y todos frente al espejo. Confieso que me ubiqué al costado, para no tener que verme pero luego vinieron 2 chicas más y tuve que enfrentarme a la realidad. Mi realidad. Y me vi. Vi mi cuerpo intentando hacer los movimientos. Vi mi cuerpo moviéndose sin gracia ni ritmo, cual Pinocho en bloque. Me vi blanca-teta mientras todos los demás estaban bronceados por el sol. Mis brazos blancos y débiles intentaban dar piñitas al aire con muy poco éxito. La vergüenza y conciencia sobre mí misma me hicieron querer abandonar. ¡Pero no! ¡Yo voy a bajar los rollos!
A los 15 minutos de comenzar - hay un reloj justo en el medio del salón - sentí que ya había hecho demasiado, considerando que no hacía gimnasia desde el año 2007 - me dolía el alma, el pelo, las tetas, el culo, todo - pero me dio vergüenza irme en medio de la clase así que me tomé un descansito y chusmeé mi Facebook con la Blackberry. Mientras los otros infelices sudaban la gota gorda y movían las cachas al ritmo de la música, yo me tomaba un trago de mi agüita congelada - llevada de casa porque soy moishe - y chequeaba mis mails con mi maravillosa Blackberry, cortesía de la empresa. Soy una caradura, lo sé. Luego volví a moverme imbécilmente.
En un momento me tomé unos minutos para observar a la profesora, todo mientras "me movía": "copada, con ritmo, debe ser boxeadora porque tanta piña y patada debe venir de algun lado", pensé. Y luego vi sus rollos. Y luego recordé los míos (como si hiciera falta recordarlos, están siempre conmigo...). Mi último pensamiento, exactamente a las 20 hs cuando terminó la clase fue: "Si ella tiene esos rollos y hace gym desde hace tanto tiempo, ¿qué puedo lograr yo comenzando recién ahora? Y por otro lado: ella es profe de gym y tiene los mismos rollos que yo".
Y me fui cabizbaja y meditabunda, preguntándome si tanto esfuerzo servirá para algo... y recordando con cariño el flan que aún está en mi heladera.

7 comentarios:

  1. jajajaa... me siento totalmente identificada con la historia! a mi me pasó parecido con mis clases de ritmos latinos... clases que debería retomar, porque ya no entro en mi jean :(

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    1. Enorgullezcámonos de nuestros cuerpos torpes y sin ritmo! Aguante el Orgullo Torpe!

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  2. jajjaj....Siiiiiiiii !!!!!!! te va a servir, te vas a sentir mejor y clavate ese flan sin culpa.....

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  3. No vayas más... Los gimnasios son las catedrales postmodernas donde se le rinde culto a los dioses del narcisismo y el masoquismo.

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    1. Gracias, Lauro. Realmente es así. Lo mío es puntual: sólo voy a sufrir.

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  4. Yo pienso que deberías imprimir la foto con la que comienza ésta nota, agrandarla, plastificarla, sacar todos los imanes inútiles de tu heladera y pegarla ahí, así te incentivás. Por otro lado pienso qué feo si la de la foto entra de casualidad a este blog y la ve, con todo lo escrito debajo... horrible.
    No te rindas!!! vos podés!

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