miércoles, 14 de marzo de 2012

Reporte de Viaje: Mar de las Pampas

Gracias a la falta de privacidad de la época en que vivimos y por haber visto las fotos de mi vieja en su Facebook de su viaje a Mar de las Pampas, me ligué una visita gratarola a la Costa, tras sacar a relucir mis habilidades moishes de garronear vacaciones. Allí vamos!
Me compré mi pasaje en 10 minutos y desfilé por toda la capital federal en busca de una malla que quedara bien en mi crecido trasero, producto de darle a los postres duro y parejo. Si hay algo que tengo es autocrítica.
Acostumbrada a la burguesía, había tomado la única decisión razonable: ir en taxi hacia la Terminal por $ 25 aprox. Pero por consejo de Don Kasalsky realicé viaje en bondi por la módica suma de $ 1,25.- Pese a no ser moishe, mi compañero de trabajo ahorra dineritos. Gracias, (semi) paisano!
Mala semana la mía: los piqueteros de turno decidieron cortar las calles de la estación de ómnibus así que me tuve que bajar a 5 cuadras de la Terminal. Gracias a eso, pude "disfrutar" del siguiente paisaje: lindos puestitos de venta ambulante con variados productos: zapatillas Naik, calzones, bombachas, lentes de sol, billeteras, bolsos, valijas y merca para todos los gustos y morochos con caras de mafiosos ¡totalmente en cueros! Muchachos de Senegal vendiendo anillos dorados truchos y cadenitas de todos los colores y tamaños. Señora panzona peleaba con muchacho Senegalense a los gritos despavoridos y como no podía ser de otra manera, hice uso y abuso de mi pequeña contextura física y salí disparando hacia la otra punta. Cagona. Sí, ¿y qué? Quise sacar una foto para mis lectores, pero temí que me amputaran la mano con la cámara, así que se las debo.
Llegué temprano a Retiro y me dediqué a esperar, sosteniendo mi mochila como si fuera mi bebé recién nacido. Sentado a mi lado divisé señor sospechoso con anteojos oscuros, olor a chivo y zapatos náuticos marrones con medias de toalla en pleno verano. Tuve miedo de que me secuestrara así que envié a mi madre el siguiente mensaje de texto: "Voy con jean azul, remera turquesa, sandalias con tiritas marrones y mochila roja con negro, por si me secuestran. JAMSE" y me toqué la teta izquierda, como corresponde. Mi madre, super contenedora, ni me respondió. Gracias vieja por la onda!
Me apeeé en el bondi de 2 pisos pero en la planta baja, pensando "si el bondi choca o vuelca, los de arriba se hacen torta primero". ¡Tengo que estar en todo! El baño estaba justo frente a mí. ¡Qué suerte! (ironía)
Me había preocupado la cena porque estoy en actitud gorda chancha morfona así que consulté con la Autoridad Superior: Madre. 
- ¿Qué onda la cena? - le había preguntado antes de viajar. 
- Ay, es genial, andá tranquila que te dan unos sanguchitos re ricos - eso dijo. 
Pero yo soy una jodida desconfiada y me compré mis propios sandwiches. Al dirigirme a mi asiento observé una cajita de cartón. Era la cena del bondi: 2 barritas de cereales - que aborresco - un chocolate con relleno crocante, una bolsita de maní japonés (símil comida para perros) y dos caramelos de dulce de leche. Menos mal que siempre tengo un Plan B.
Salimos de la Terminal de Ómnibus y pasamos al ladito de la Villa (foto). Me cagué.
Me había prometido a mí misma tomar poco líquido para evitar ir al bañopúblicoambulanteconolorameoyotrascosas, pero a la media hora del viaje me clavé un alfajor de maizena y se me apalomó la boca. Media botellita de agua y directo al baño. ¡Mierda! Hice flexiones sobre el inodoro porque ¡bajo ningún punto de vista mi traserito tocaría ese inodoro! Y justo el ómnibus pasó por un bache lareput&*^%$#@$%^&!!! Pero igual, Ossssoooooooo... ¡¡no toquéeee, lero lero!!
Entrada la noche le dí a mis sandwiches con orgullo mientras todos los otros infelices se cagaban de tristeza con sus barritas de cereales rococó.
Al llegar, me esperaban con un asadito... qué buena vida! Fuimos a comprar postre pero Freddo ya estaba cerrando y los vendedores no quisieron vendernos porque ya habían cerrado la caja. Yo hubiera hecho la gran te vendo un kilo pero no te doy ticket y me quedo con la plata. ¡Qué pibes giles y con poca calle! Luego fuimos a Havanna a buscar cosas dulces y lo mismo: cerraban... pero yo soy-en-can-ta-do-ra y mis clases de teatro devolvieron su inversión: pegué mi rostro a la ventana vidriada y las palmas de mis manos con sus dedos extendidos al costado de mi cara, mientras gritaba: "¡TORTAAAAAAAAA! ¡TORTAAAAAA!". Lo repetí como 7 veces... Parecía un zombie come-cerebros. Los vendedores empezaron a reír y abrieron sus puertas de par en par. Sentí que las puertas del Cielo se abrían ante mí (lo dije: estoy una gorda morfona y la idea de darle al chocolate es mi equivalente al Nirvana). Luego de la compra, posé para la foto para mis seguidores y los vendedores me sacaron una también. Luego comimos Havannets y galletitas de limón ¡ñam, ñam!
 
Las cabañas donde estábamos no eran muy copadas pero sí los alrededores: mucho bosque, mucho verde, mucho árbol y plantas por doquier. Parecíamos estar viviendo en plena selva. Maravilloso. Al día siguiente nos mudamos al Apart Hotel & Spa Careyes. ¡¡Eso sí que es un hotel!! ¡Espectacular, cucú! Pile climatizada al aire libre... cabañas equipadas con tutti, te llevan la comidita a la pile... Al rato de llegar me mandé dos burritos... ¿Para qué va una de vacaciones si no es para morfar? ¡La pileta y el mar son secundarios!
 
Al día siguiente visitamos el Spa: masaje descontracturante + sauna húmedo + sauna seco + jacuzzi. En el sauna húmedo, incursionamos en los llamados "pedos de espalda": mi mamá descubrió que su espalda hacía ruido de sopapa con el piso mojado y aprovechando que estábamos solas los repetía cual niña de 5 años. Son esos pequeños momentos que generan recuerdos hermosos, ¿no? Me puse cursi, perdón.

Como broche de oro, me ragalé un masaje y otro a mi vieja. La sala blanca inmaculada olía a rosas y en el medio, allí estaba la camilla lo suficientemente ancha como para alojar mis carnes fofas. En un agujero introduje mi cabeza y me entregué a los placeres mundanos. Y fui burguesa. La música de The Beatles con grititos sapucai, instrumentos de viento y zapateo americano me hicieron sentir que estaba en Salta siendo amasada por indígenas autóctonos. Faltaba la empanada salteña como despedida y hubiera sido EL masaje. ¿Gorda yo? 
La cena comunitaria me sorprendió con una imagen alojada allí en el espacio más recóndito de mi cerebro: mi mamá cocinando. Allá lejos y hace tiempo, cuando yo tenía 15 años (hoy casi por cumplir los 35) mi mamá cocinó por última vez. Y en este viaje los cornalitos pescados por Quiquín se convirteron en la oda culinaria de mi Madre. Le sacamos fotos y la felicitamos como si hubiera sido ella la compositora de la Sinfonía Nro 9 de Ludwig van Beethoven.
Llegó la hora de irnos y mi mamá quería que nos ayudaran a bajar las valijas. Levantó el tubo y marcó el 0 en el teclado de la alarma de la cabaña. Y me miró con ojos de pez inteligente...

7 comentarios:

  1. Indignado de Cariló considera que es un escándalo que no se haya mencionado a su colega Kasalsky y su consejo para llegar a Retiro por 1.25 o menos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tenés razón. Vos sos mi asesor. Ya corregí semejante omisión aberrante. Volvé a leer.

      Eliminar
  2. No voy a emitir opinión.Sobre nada.Ni sobre mi falta de contencion maternal en caso de secuestro para laburos aberrantes.Ni sobre pedos espalderiles.Ni sobre teclados telefónicos en lugar de alarmas.SOLO VOY A RECALCAR QUE DESPUES DE 20 AÑOS COCINE PESCADO EN TEMPURA,PESCADO(valga la redundancia)POR QUIQUIN.YA ES DEMASIADO...
    Firma:mamá(de la escritora)

    ResponderEliminar
  3. Genial tus comentarios!!!! Me encanta ese hotel q fuiste ...

    Fabian B

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! No es "hotel"... Es "HOTEL Y SPA" y con mayúsculas!

      Eliminar