miércoles, 14 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (4 de 5)

El martes 13 emprendimos nuestro viaje Kuna Yala-Valle de Antón y comenzamos con un bote a la madrugada hacia el aeropuerto de Kuna Yala: un espacio de piso de tierra con una sala de espera improvisada en una choza con techo de paja y un banco de tabla de madera apoyado en 2 tachos o similar objeto para la ocasión. No hicimos check in, ni nos pidieron pasajes ni pasaportes y nadie revisó nuestros equipajes con contrabando de naturaleza kuna. Las personas podían caminar libremente sobre la pista de aterrizaje mientras se veía al miniavión acercarse con sus lucesitas encendidas. Viaje de 20 minutos + bus de 2 horas, llegamos al Valle de Antón, un lugarcito pintoresco que prometía mucho más de lo que luego cumplió.
Nuestro hospedaje, verdaderamente bonito: Cabañas Gysell. Esperamos en un gazebo con muebles de hierro pintados de blanco, hamacas paraguayas, árboles de plátanos, mucho césped y sol, mucho lindou! Nuestra anfitriona llegó a la hora y nos enseñó el lugar. Tipo 4 de la tarde almorzamos un picnic improvisado en el lugar con sanguchitos de jamón, queso cheddar y tomate que Diego y yo untamos con mayonesa y amor. El almuerzo más rico hasta ahora... lo espontáneo es lo más mejor. 

Alrededor de las 5 de la tarde salimos hacia el Sendero de la India Dormida. Misterioso el nombre, no? Invita a ir a verlo, verdad? Pues bien, allí fuimos. Al llegar al lugar nos encontramos con una piedra enormísima, como de 10 metros de alto (o más?) por similar ancho. Esta piedrotota data de 30.000 años y parece que los chabones que vivían en el lugar hace 1.000 años escribieron unos jeroglíficos que se supone hacen el mapa del la zona. Los jeroglíficos estaban tan bien marcados que a nosotros nos pareció un simpático engaño de los valleros para atraer turistas. Engaño del Valle número 1.

Continuamos nuestro camino riéndonos del ingenio de los panameños y nos encontramos con muchísima vegetación, algunas cascadas como La Cascada de los Enamorados. Se llama así porque sale por dos lados para luego unirse... qué romántico! Realmente muy hermoso el lugar. En el camino nos empezó a seguir un gurrumín de nombre Isael, de 14 años. Laburador el niño, nos llevó por todo el camino hacia la cima de la India dormilona. El camino, nos enteramos una vez metidos en el baile, era una subidita de nada más y nada menos que 800 metros de altura. Diego, experto en hiking, como siempre digo: chocho. La niña capitalina (yo), con cero ejercicio en su haber, años de no mover un músculo más que para pisar el embrague del carro (y eso ya es too much), con zapatillas de suela lisa cero preparadas para escalar: preocupada, asustada, aterrorizada. No llevábamos ni una mini botella de agua, ni cantimplora, ni nada que pudiera meterme en la boca que generara saliva cual perro de Pavlov. Ok, subamos. ¿Acaso tengo opción? Comenzamos la escaladita, con descansitos cada 3 pasos. Cansada, abatida, pedí por agua de río. Ya habíamos pasado el río donde podía beber. Maldito Isael, me hubieras dicho! Mi cara de puchero comenzó a hacerse notar, hasta Isael me miraba con cara de pena. "Disfrutá el durante" me dice Diego. Momento de desesperación en que bueno... ok, me salí de mis casillas. Diego me tiene paciencia. Continúo. Luego de una hora y media casi llegamos a la cima. 
Engaño del Valle número 2: la India Dormida. Ma qué india ni que ocho cuartos! La india es un rejunte de montañas que se ven desde ese sendero, donde te indican que una montaña es la frente de la india, la piedra de esa montaña es el ojo (?) (acaso la india tiene ojo de Simpson, salido para afuera??), otra montaña es la nariz, y así sucesivamente. Malditos valleros! Subir 800 metros para ver eso! Acepto que soy un cacho negativa, pero hasta Diego coincidió conmigo y si él coincidió es porque ni él puede encontrarle un sentido. Y eso es mucho decir señores.


Llegamos a la cima. Fresquito, eh. Y yo toda transpirada con mi remerita de tiritas (sin mangas), el airecito me secaba. "Esto me va a costar caro", pensé. Nos quedamos en la cima no más de 15 segundos, suficiente para sacar la foto y poner mi mejor cara de contenta, para lo cual utilicé todos mis años de estudio de teatro. Si la subida fue dificil, amigos, la bajada ni les cuento. ¿Es necesario bajar por caminitos tan angostos donde sólo te entra un pie? Y a los costados, el abismo. El abismo, la nada, la muerte.

Y aquí, amigos, Momento en que temí por mi vida Nº 2: pensé en los años que aún me quedan por vivir, pensé en mi sobrina que todavía no la disfruté lo suficiente, pensé en que quiero tener hijos, pensé en lo triste que estaría mi mamá si me muriera ahora. Y quise quedarme. Quise acampar en la cima for ever y vivir cual aborigen sin agua ni luz, quise vivir como ellos y alimentarme de los árboles y bañarme con el agua de la iuvia. Se cagó el disco. Sonaba tan lindo... No tener que bajar... De vuelta a la realidad me agarró Diego de la mano y me guió así agarrada todo el camino hacia abajo. Amoroso, dirían las viejas, no?


Nuestro guía nos llevó de regreso a nuestra cabaña y cuando creimos estar a la vuelta, le dimos el olivo con 10 dólares. No estábamos a la vuelta. El valle oscuro, frío y desolado nos envolvió perdidos en la noche. Sin rumbo conocido caminamos durante 45 minutos. Diego empezó a desesperarse preguntando si no habíamos pasado ya nuestro hospedaje. Estábamos a 10 metros. Je...

12 de la noche, me engripé. Gracias, Sendero de la fucking India marmota. 
Miércoles 14: visita al Chorro Macho. Dicen los valleros que el Chorro Macho es LA catarata del Valle, la más alta, la más caudalosa. Engaño del Valle número 3: chorro macho las tarlipes! ¿qué te puedo decir? ¿Cómo bardear esa pedorradita y no quedar como una reberenda hija de puta? Chorro chiquilin, chorro chizito, chorro maní quemado, chorro, chorrito... qué chorros que nos cobren 2,5 dólares a cada uno para ver esa mierdita! No haré más comentarios que ese. Ah, sí, tardamos 5 minutos en recorrer el lugar del gran chorro de agua.
Mismo día, visita al Níspero. Muchachos... ay, muchachos... yo esperaba ver animalitos sueltos. Había moscas sueltas, ¿es eso suficiente? Mucha gallina, mucha cotorra y águila con nombres inventados por los valleros. Otro ensarte. Ese fue el engaño del Valle número 4.





Mismo día, Termas del Valle de Antón. Lindo lugarcete, nos embarramos las jetas con barro purificador y sanador y holly barro. Diego se puso barro con tanta emoción que tardó como 1 hora en secársele. Yo, asquerosita, me puse una fina capa como para decir: "yo también lo hice" y me quedó la cara tan horrible que me invadió el temor a que Diego dijera "Con quién estoy, por Dio!". Luego nos quitamos las mascaritas y al agüita! Nos quedaron los dedos amarillos por el yodo de las aguas. Agüita calenchu, bonita, rica... NO BEBER, dicen. Me olvidé. ji ji ji ! Me hice un buchecito en la boca, ta mal? Esto sí nos gustó. Pero nada fue gratuito: tanto joder con el yodo y la mar en coche, (digo yo que fueron las termas, diego no quiere acusar porque es re bueno), me agarré una putza. No comments. 

Mañana: viaje hacia Bocas del Toro.

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