miércoles, 7 de febrero de 2007

Reporte de Viaje: Panamá (2 de 5)

El lunes 5 de marzo nos levantamos temprano para comprar los aéreos para ir esa madrugada al Archipiélago de San Blas, en el mar Caribe y luego iríamos a tomarnos un Ferry hacia la Isla Taboga, en el Océano Pacífico.

Antes de ir a tomar el Ferry, Diego hizo sus cosas en el baño y yo hice las mías. Esto no sería importante de aclarar si no hubiéramos perdido el ferry por 30 segundos. Sí, 30 segundos. No lo digo por decir, sino que vimos al fucking ferry salir con su banderita flameando como a 4 metros de nosotros. Diego, inocente, preguntó si no podíamos tomar una lanchita que nos alcanzara al ferry. La respuesta, ni hace falta que la diga, verdad? Como no nos ibamos a dar por vencidos, nos fuimos a otro puerto (el Puerto Fiscal en Casco Viejo) a tomar una "panga" (Panga= bote destartalado de 6 metros de largo con motor).
Legamos al Puerto Fiscal y el superbote que cobraría 4 usd y tardaría  40 minutos estaba ya en el agua. Diego me dice: "Vas a tener que sacarte el pantalón" Respuesta: "ESSTA!!" El agua estaba marrón y olorosa, llena de porquerias, y ninguna mujer que se precie de tal se levanta los lompas y queda en chabomba delante de tantos marineritos panameños, no señor! (Nota al margen: mi chico pretendía que me quedara en chabomba adelante de todos???)

El capitán de nuestra embarcación (essssaa!) nos invitó a subir de una manera muy segura, cómoda y respetable: a babucha. Sí, yo abrí mis patas y me vi en la obligación de abrazar el torso de nuestro capitán con temor, mucho temor. Pero una vez que subi y vi a Diego intentando hacer lo mismo pero conservando la dignidad, el temor desapareció y de pronto no pude parar de reir a babucha del capitán. Diego subido a la espalda del señor pero con las patas volando... porque claro: cómo un hombre va a abrazar con sus piernas a otro hombre? Lo dejamos acá?


El viaje en el bote destartalado estuvo bueno. Más que asustada yo estaba chocha y Diego contemplaba silencioso las maravillas de la naturaleza. Durante casi todo el viaje veíamos patos, patitos, gaviotitas y pajarracos volar en V y en un momento vi tan de cerca a un pelícano que le pude ver el pico gris que parecía de madera vieja y gastada.
Llegamos a la isla Taboga, bastante linda. El agua empezaba en la oriilla transparente, luego verdosa y más atrás turquesa y azul. Diego se metió valiente y yo tardé media hora para meterme sólo hasta el ombligo. Cobarde y a mucha honra. Alquilamos una sombrillita y unas reposeras y no nos pusimos pantalla solar porque al abrigo de la sombrilla, el sol no quema. No? NO. El sol quema y mucho. La maldita resolana quema y mucho. El viento quema y mucho! Maldita sea! La noche nos sorprendió cansados y quemados cual tomate-ketchup. Litros y litros de crema post solar y litros y litros de gel con lidocaína (sí) no lograron ayudar.
A la medianoche me empecé a sentir mal y me mandé unos cuantos RUÁ (RUÁ= sonido que emite el ser humano al eliminar de su cuerpo y por vía oral alimentos que ya no desea. Comunmente se lo denomina "vómito"). A los RUÁ le siguieron eventos de visitas intempestivas al baño (numero 2), y de carácter urgente. A buen entendedor pocas palabras.


Esa misma madrugada deberíamos volar a San Blas.
Condiciones meteorológicas: ideales.
Condiciones corporales: menos diez.
Resultado: perdimos el vuelo.
Imposibilitados de comunicarnos con la aerolínea o con el aeropuerto, nos arriesgamos a perder los dólares de los pasajes y seguimos durmiendo la mona. Bueno, Diego durmió un poquito y se despertó con cada RUÁ de la madrugada. 
Finalmente nos permitieron cambiar los vuelos sin perder el dinero pero no tenían pasajes hasta dentro de dos días. Asi que dos días al dope en una ciudad que ya habíamos recorrido por completo.


Si Dios y los Rua lo permiten, esta madrugada partimos hacia San Blas. Amen.

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