lunes, 2 de enero de 2012

GatoChicha me da miedo

Creo que antes de comenzar este post, debería contarles que GatoChicha es un gato bebé insignificante y miedoso. Yo le digo Gato con respeto porque en otras circunstancias y si no fuera el gato de mi vecino, le diría "el toga".

Hoy fui a darle de comer a GatoChicha. En cuanto me escuchó fuera de la puerta, empezó a maullar como si estuviera muriendo. ¿Es la excitación de verme? ¿Es el miedo de verme?

Abrí la puerta y la cerré inmediatamente pues como conté antes, GatoChicha quiere salir a pasear y yo no quiero llevarla. Me fijé si su platito tenía comida y le agregué más, por si las moscas.
Al igual que ayer, GatoChicha giraba sobre mi eje, me franeleaba!! (vean el video al final de este post). ¿GatoChicha será gay? Digo que me franeleaba porque realmente su lomo peludo y su larga cola negra me "acariciaban" la pantorilla, una y otra vez, lenta y suavemente. Yo llevaba vestido, de modo que sentí toda su caricia gatuna sobre mi piel blanca. ¡¡¡Y ENCIMA ME CHUPABA!!! No me gustó para nada. Me sentí abusada por GatoChicha. ¿Puede un toga tan pequeño e insignificante hacer sentir a un humano tan pequeño y vulnerable?

GatoChicha me da miedo. Me quedan 13 días para alimentarlo y lo hago con mucha responsabilidad: tengo anotado en mi agenda todos los días que debo subir a la casa de mi vecino y darle su comida porque tengo miedo de olvidarme un par de días y encontrar a GatoChicha con las patas parriba, muerto y duro.

Luego del abuso físico al que me sometió GatoChicha, me quise ir pero no encontraba la llave. Vacié TODA mi mochila a una velocidad impensada, pero nada. "Me dejé la llave puesta, del lado de afuera! Bueno, no pasa nada..." Sí, claro. No pasaría nada si la puerta tuviera picaporte. Aunque el día fuera de invierno, igual habría transpirado. Pensar en quedarme con GatoChicha y su franeleo sospechoso por más tiempo del necesario, me hizo transpirar. Por suerte tenía el celular conmigo y confieso que ya estaba pensando en llamar a alguien para que me rescatara.

Busqué el picaporte con total desesperación, ¡¡absolutamente ridícula!! Lo encontré debajo de la mesita con la que juega GatoChicha. Abrí a toda velocidad, y salí carpiendo.

Los gatos no son lo mío.





 


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